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Se trata de una generación de nacidos entre los años 1995-2000; que ya con conciencia política situacional vivieron los sexenios del presidente Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrados y actualmente Claudia Sheinbaum Pardo. Es una generación que usa y maneja redes sociales de manera periódica y habitual; pero que de ninguna manera se caracteriza por su compromiso con el cambio social ni por activismo revolucionario; se trata más bien de adultos jóvenes influenciados por un movimiento que aconteció en Nepal por coetáneos que reaccionaron precisamente ante la decisión gubernamental de limitar el acceso a redes sociales como WhatsApp, Facebook, Instagram y otras redes. Se calcula que la generación Z pasa aproximadamente 3 horas diarias en redes sociales, aunque personalmente creo que es más tiempo; por ello la reacción ante la censura era esperada y hasta predecible. Es algo similar como la cristiada en los años 20s al limitar libertad religiosa en un pueblo altamente religioso; por ello la respuesta es predecible. Con ello no estoy minimizando la marcha de la generación Z; pero hay detalles que dejan ver que al final se trata de algo más que una exigencia coyuntural ciudadana; aunque lo coyuntural es lo que parece ser la regla. Los jóvenes que convocan lo hacen para manifestarse por la violencia generalizada, el detonante es el asesinato de Carlos Manzo; pero se ha dejado ver que también exigen la revocación de mandato de la actual presidenta, aunque los entrevistados dicen que no piden eso, ello denota que hay grupos que piensa aprovechar la marcha para politizar las exigencias y generar violencia a pesar de los llamados de quienes organizan la marcha a movilizarse de manera pacífica. Pues bien, cuando menciono que la generación Z no se caracteriza por su compromiso con la llamada cosa pública, es porque los datos son contundentes: la encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (ENAID) 2019, señala que solo el 2.1% de los encuestados identifica a la Plataforma Nacional de Transparencia como un medio para obtener información gubernamental (p.18). 48% opinan que obtener información gubernamental es muy difícil (p.19). Finalmente, el Informe País que lleva a cabo el INE, en su versión 2019 señala que “la forma de participación más común -casi 40%- entre las y los mexicanos es mediante conversaciones con otras personas sobre temas políticos (p.28).” Estos datos denotan una ausencia casi total de conocimiento sobre mecanismos de participación ciudadana en los habitantes de nuestro país. Con ciudadanos que participan solo comentando y que no exigen cuentas a sus gobiernos, este tipo de marchas se vuelven coyunturales y solo aparecen cuando suceden tragedias como la del alcalde mencionado. Para que este país comience a mejorar en todos sus ámbitos, la participación ciudadana debe ser diaria, no esporádica, motivada por el deseo de mejorar nuestro entorno, no por indignación momentánea, porque a final de cuentas este comportamiento es como el de los cerillos; solo cuando algo raspa se enciende, después se apaga para siempre. El problema es que este acto esporádico es aprovechado por otros intereses que terminan desvirtuando la buena intención de estos actos ocasionales.
