José Gerd
México
Mujer de mirada triste y caminar melancólico,
sus ojos, dos estanques de luna llena,
reflejan la noche más oscura del alma.
Abismo de dolor, un pozo sin fondo,
donde se ahogan las esperanzas y las risas.
Su mirada, un arroyo que fluye lento,
con aguas de melancolía y dulce pesar.
Suspiro que se queda suspendido en el aire, sin encontrar cabida.
Su rostro, una máscara de porcelana,
una historia que se presenta a veces de miedo,
a veces de soledad;
que oculta la fragilidad de su corazón.
Un pétalo de flor carente de agua que se marchita,
bajo el peso de las lágrimas no derramadas.
Pero en sus ojos, también hay un destello,
un brillo de estrellas en la oscuridad.
Una luz que late, una llama que arde,
y que espera ser avivada por la comprensión y el amor.
Un espejo que refleja el síndrome del pasado,
donde se perciben las huellas de un dolor que no ha sanado.
Un recuerdo que se repite, una resonancia que no cesa,
y que late en su corazón como una herida abierta.
En la profundidad de sus ojos color turquesa,
hay un anhelo de paz, un deseo de calma.
Una súplica que a gritos pide ser escuchada,
y encontrar en el silencio una respuesta...