JOSÉ GERD
MÉXICO
Mi historia es un río que fluye suave.
En sus aguas se reflejan mis sueños.
Recuerdos flotan como hojas en otoño,
cada uno cuenta una parte de mí.
Los días se deslizan en la brisa,
las risas marcan el compás del tiempo.
Las sombras han sido mis compañeras,
historias escondidas en cada esquina.
Caminantes que cruzaron mi sendero,
ha sido un abrazo, un eco lejano.
La tierra bajo mis pies, testigo callado,
pulsaciones de vida recorren mi andar.
He bailado con la luna en noches inciertas,
susurros de estrellas, guías en la oscuridad.
Crecí entre murmullos de mis ancestros,
sus voces llevan el peso del pasado.
La brisa me cuenta secretos olvidados,
de un tiempo donde el amor era eterno.
Entre los días grises y soleados,
hay un destello de esperanza en mi corazón.
Mis raíces se entrelazan en la tierra,
como hilos de oro que nunca se rompen.
Mi historia no se encierra en un libro,
se vive en cada paso, en cada rayo de sol.
Soy el susurro del viento en la montaña,
la serenidad de un lago a medio camino.
Los abrazos compartidos, la levedad del ser,
las miradas profundas que unieron caminos.
Todo lo que fui, lo que aún seré,
un lienzo pintado con los colores de mi ser.
Cada lágrima ha sido una lección,
cada sonrisa, un regalo del alma.
Los caminos no siempre son claros,
pero cada paso me lleva más lejos.
En las encrucijadas, encontré mi voz,
una melodía que desafía el olvido.
Mis sueños son estrellas que iluminan la noche,
marcando mi ruta, dibujando mi destino.
Soy el eco de mis pasiones ocultas,
la promesa de un mañana lleno de luz.
Mi historia se despliega como un ave,
y en sus alas, llevo la libertad.
El abrazo de la tierra, el canto del mar,
mi historia es un viaje que empezó sin final.