Entender por qué las personas se desenamoran nunca es sencillo; lo difícil no es enamorarse, sino aceptar que el amor llega a su final, incluso, con la misma persona con la que alguna vez se compartieron ilusiones y promesas.
En una relación sana, todo puede marchar bien hasta que un hecho lo distorsiona todo. La infidelidad, es un huracán que arrasa con la confianza y con lo construido, pero, sin embargo, no siempre se trata de traiciones: a veces el amor simplemente se desgasta, deja de sentirse con la misma fuerza, y la pareja descubre que ya no son compatibles.
Las causas del desamor son múltiples, puede aparecer por discusiones constantes, diferencias irreconciliables, falta de entusiasmo o por la rutina que convierte lo extraordinario en cotidiano.
Cuando uno de los dos ejerce control excesivo, dicta decisiones, impone amistades, la relación deja de ser un espacio de apoyo y se convierte en una prisión, aunque doloroso, el desenamoramiento no siempre significa un fracaso.