Faltan poco más de dos meses para que los ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que decidieron no participar en la elección del 01 de junio dejan sus cargos y se dediquen a disfrutar de su haber de retiro. Muchos de ellos, decidieron auto exiliarse, como es el caso de la presidenta Norma Piña, quien todo indica que se irá a Canadá para poner distancia y salir del radar de la 4T, de la que es acérrima rival.
Sin embargo, antes de que eso suceda en los integrantes del máximo tribunal de la república está la decisión de invalidar o no la elección del 01 de junio, luego de que consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), señalaran irregularidades consideradas “graves” durante la jornada en que se eligió a los próximos integrantes del Poder Judicial de la Federación (PJF).
De acuerdo con la información disponible, los consejeros Arturo Castillo, Martín Faz, Claudia Zavala, Dania Ravel y Jaime Rivera, existen argumentos suficientes para echar abajo la elección. Entre las graves irregularidades que señalaron los consejeros antes mencionados, están el que el 80% de los llamados “acordeones electorales” coincidían con los nombres de quienes finalmente resultaron ganadores.
No solo eso, sino que además hay casillas donde se registró el 100% de participación de la lista nominal (algo estadísticamente casi imposible), y que en más de 800 casillas la totalidad de los votos fueron para un solo candidato (otra imposibilidad estadística), así como boletas contabilizadas que no fueron ingresadas a las urnas.
Sin embargo, a pesar de las denuncias, Guadalupe Taddei, consejera presidenta del INE, hizo caso omiso de los mismos y no solo declaró la validez de la elección, sino que entregó las constancias de mayoría a los ganadores de una elección plagada de irregularidades. Se espera que lo mismo suceda en el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación (TEPJF), donde la presidenta Mónica Soto también ha mostrado sumisión ante el gobierno de la 4T.
En este panorama, la única instancia que todavía cuenta entre sus filas con opositores al régimen, por lo menos hasta el próximo 31 de agosto, es la SCJN. Ese día, se hará válida la renuncia de Norma Piña, todavía presidenta de la corte, quien tendrá en sus manos y en las de otros magistrados la posibilidad de invalidar la elección antes de autoexiliarse en Canadá.
Según los cálculos, al bloque opositor le haría falta un voto para dejar sin efectos los resultados del 01 de junio, el problema es que ese voto lo estarían buscando con el ministro Alberto Pérez Dayán, tristemente célebre por ser el “traidor” que con su voto hizo posible la reforma judicial propuesta por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Además, a Pérez Dayán le espera como recompensa por su voto ser nombrado embajador de México en España, y vivirá en un exilio dorado que le hará olvidar todos los señalamientos y críticas en su contra.
Por tanto, las posibilidades de victoria para Norma Piña y sus ministros afines son poco halagüeñas, pero, sin duda, se vivirán días de máxima tensión en el máximo tribunal del país, que, de no conseguir que se anulen las elecciones del PJF, terminará siendo un tribunal a modo para el gobierno en turno, una especie de cheque en blanco para avalar prácticamente cualquier cosa que se le ocurra al régimen morenista, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, y eso, es algo que a nadie en este país le conviene.
Para muchos en este país, la elección judicial fue una “farsa”, un “montaje”. El problema, es que nos estamos quedando sin contrapesos, sin voces críticas y disidentes tan necesarias en cualquier sistema democrático que se jacte de serlo, y desde las instituciones que se supone existen para evitar los abusos desde el poder (como es el caso del INE y el TEPJF), se está validando una elección plagada de señalamientos graves, porque hay quien no duda en denunciar que lo ocurrido el 01 de junio no fueron simples irregularidades, sino un patrón sistemático, que ha llevado a la corte a personajes incondicionales del régimen, y eso es altamente cuestionable para una democracia incipiente que ya en el pasado vivió tiempos aciagos por el sometimiento de las instituciones al poder casi absoluto. Al tiempo.
