PARA SHEINBAUM, LA ENTRADA DE MILITARES GRINGOS A MÉXICO, ES COOPERACIÓN; LA MOVILIZACIÓN DE MILITARES MEXICANOS A LA FRONTERA NORTE, ES COLABORACIÓN
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido duramente criticado por su forma de gobernar y obtener lo que quiere mediante una fórmula que le ha resultado sumamente efectiva: el chantaje. Los países que no accedan, sino a hacer su santa voluntad, si a negociar bajo sus propios términos, terminan siendo fustigados por el magnate, acostumbrado desde siempre a hacer su santa voluntad como si estuviera administrando alguna de sus empresas y el mundo entero fuera su subordinado.
Sin embargo, su altanería y bravuconería le han servido para obtener sus propósitos. En ese contexto, bajo la amenaza de imponer aranceles a los productos mexicanos que se importan hacia el país de las barras y las estrellas, Trump consiguió doblegar al gobierno de Claudia Sheinbaum; primero, para enviar a miles de elementos del ejército mexicano hacia la frontera entre los dos países y, segundo, para permitir la entrada de militares norteamericanos a territorio nacional.
Lo anterior, gracias a la aprobación del Senado de la República, que con 107 votos a favor aprobó el dictamen que permite a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo el ingreso de 10 militares del Ejército norteamericano para adiestrar a elementos de la Secretaría de Marina con la finalidad de fortalecer la capacidad de las fuerzas de operaciones especiales de la marina.
De acuerdo con el documento autorizado, dicha capacitación se llevará a cabo del 17 de febrero al 28 de marzo en el Centro de Capacitación y Adiestramiento Especializado de Infantería de Marina. Para justificar el ingreso de personal militar a territorio nacional, el gobierno de México llamó eufemísticamente “colaboración”, pero la realidad es que la incipiente administración de Trump consiguió doblegar a la Sheinbaum, y así conseguir que agentes militares en activo ingresen a territorio nacional.
Y es que si bien en el discurso público la presidenta Sheinbaum Pardo ha afirmado que México es un país soberano que no permite la intervención de potencias extranjeras, en los hechos el presidente norteamericano ha logrado doblegar en reiteradas ocasiones al gobierno mexicano, que, incluso, ha permitido el sobrevuelo de aeronaves no tripuladas sobre territorio nacional para realizar labores de espionaje en contra de los carteles de la droga, particularmente, de los que tienen su territorio en el pacífico mexicano.
No hay que ser un genio para deducir que, en un futuro, se seguirán aprobando ingresos de fuerzas armadas norteamericanas a nuestro país, y muy seguramente, los contingentes serán más nutridos y las estancias más prologadas, y sus actividades pasarán de la “capacitación” a actividades como intervención en campo o espionaje, en franca violación a la soberanía nacional, llamada eufemísticamente “colaboración”.
Y a pesar de que hasta los senadores del PRI se congratularon con la presencia de militares en México, no todo están de acuerdo, y en ese sentido se pronunció la senadora Laura Iraís Ballesteros Mancilla, de Movimiento Ciudadano, quien expresó su preocupación por la creciente intervención del ejército en tareas de seguridad pública, un proceso que comenzó en el 2007 con Felipe Calderón en la presidencia de México, y que parece que seguirá creciendo ahora con la participación directa del ejército norteamericano en el “adestramiento” de las fuerzas armadas mexicanas.
Es cierto que, esta no será la primera ocasión en que personal militar norteamericano realiza este tipo de labores en territorio mexicano, pues ya en diciembre del 2023, todavía en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el senado autorizó la entrada de 12 militares estadounidenses al campo militar del Estado de México. De igual manera, en abril del 2024 el senado volvió a autorizar el ingreso de 11 efectivos, también con la finalidad de llevar a cabo una “capacitación”.
Ahora, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su estilo de amenazar a todo mundo para conseguir sus objetivos, y en el que incluso ha cometido desmedidos como cambiar unilateralmente el nombre de el Golfo de México por el de Golfo de América, esa mal llamada colaboración parece empezar a transformarse en franca “sumisión” del estado mexicano, por más que se empeñen en utilizar eufemismos para tratar de disfrazar lo que es evidente.