Siempre he pensado que hay tres tipos de personas: los creyentes, los ateos, y la gente que cree en el maligno o en la santa muerte.
No entiendo por qué se convirtieron en eso, es muy cómodo la verdad ignorar a Dios y su palabra. Se me hace más grave creerle al maligno porque ya no hay paso para atrás, hay muchas evidencias que adorar al diablo ya es un alma perdida.
Sin embargo, el ateo es posible que no luchen por creer o apoyar una fe o a una religión, creo que es vivir en una total ignorancia.
Los católicos podemos no ir a misa, pero en nuestros hogares siempre oramos hacia al Señor, puede ser que se nos olvide rezar por las noches, pero el Señor está muy cerca de nosotros.
Nuestro Dios, que nos formó a cada uno de nosotros en el vientre materno y nos da vida, aliento y todo lo que tenemos, merece toda nuestra atención y agradecimientos.
No creo que sea bueno ignorar a Dios, qué va a pasar con mi alma después de que yo muera, y eso mismo les preguntaría a los ateos ¿Qué va pasar con tu alma? No somos inmortales.
Para cambiar esta tendencia de ignorar a Dios, debemos aprender lo que el Señor desea para nosotros, como lo revela la palabra del Señor.
Cuando empecemos a pensar como él lo hace, veremos nuestra vida como cambia.