Votar, es una acción muy simple en nuestros días, pero siglos atrás, las mujeres no podían hacerlo. A través del tiempo, la evolución de la participación de las mujeres en el ámbito político ha ido rompiendo esquemas sociales, que las mantenían al margen de la esfera pública.
El sufragio femenino, ha sido consecuencia del alto grado de activismo por parte de las mujeres alrededor del mundo, y contrario a lo que se piensa, no fueron los países con mayor “desarrollo cultural y/o social”, quienes estuvieron a favor de la equidad de género en primera instancia. Para ello, comparto datos específicos del primer país en dar lugar al voto femenino, así como los principales países que fueron precursores en Europa y América, especialmente en nuestro país, México.
Los primeros registros acerca de la reivindicación de la equidad de género respecto del voto datan de 1788, en las tierras que se convertirían en los Estados Unidos de América. Mientras tanto, en nuestro país, se vivía una lucha por la libertad, ni siquiera era aún un país establecido como tal, era lo que conocimos como la Nueva España y se vivía bajo las órdenes del Virreinato. Ni que hablar del derecho al voto para hombres y mucho menos para las mujeres.
¿Cómo empezó?
Pero, regresando a los vestigios de los orígenes del voto de la mujer, se ha de mencionar, que ha sido un camino largo y muy complicado. En 1971, en la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, Olympe de Gouges, reclama de manera pública los mismos derechos políticos que tenían los hombres, entre estos, el derecho al voto. Pero, en 1973 en plena Revolución Francesa, fue llevada ante el tribunal y condenada a muerte por sus ideas.
Aunque las mujeres tomaron en esa época una clara conciencia de la opresión en que vivían, después de lo ocurrido con Olympe, supusieron una irrevocable derrota para el feminismo y su lucha por la legitimidad de sus derechos. La ilustre República, no estaba dispuesta (ni preparada), para reconocer que la función de las mujeres iba más allá de solo ser madres y esposas (de los ciudadanos claro está).
Mientras tanto, en el nuevo continente, las mujeres luchaban hombro a hombro con los hombres por la independencia de su país. Esto provocó que empezaran a ocuparse de cuestiones políticas y sociales en mayor medida. Dado que, en el Congreso Antiesclavista Mundial en 1840, no se reconoció como delegadas a cuatro mujeres, en 1848 se aprobó la declaración de Séneca Falls, un texto básico del sufragismo americano. Dichas exigencias eran reconocer y alcanzar la Ciudadanía Civil para las Mujeres, así como la modificación de los principios que regían las costumbres y la moral.
De regreso al viejo continente, en Inglaterra para ser específicos; fue hasta después de la Primera Guerra Mundial en 1928 que las mujeres inglesas pudieron votar en igualdad de condiciones.
Todo empezó en 1903, cuando las sufragistas, al no ser escuchadas, ni tomadas en cuenta, empezaron a irrumpir en los discursos de los ministros y en respuesta, fueron encarceladas, pero privadas de su libertad, recurrieron a las huelgas de hambre. Hasta hicieron explotar objetos en diversos edificios públicos para llamar la atención de los altos mandos.
Cuando llega la primera guerra mundial, los hombres tienen que ir a la guerra y son las mujeres quienes se quedan a cargo de la economía familiar y se convirtieron en la mano de obra (barata, por cierto). Fueron entonces más recurrentes las exigencias y los mítines donde se congregaban grandes cantidades de mujeres. En tales circunstancias, nadie pudo oponerse y en 1917 fue aprobada la ley del sufragio femenino por el Rey Jorge V.
España tuvo que esperar hasta 1931 para ejercer su derecho al voto, conseguido por las reconocidas sufragistas Clara Campoamor Diputada del Partido Radical y Victoria Kent del Partido Republicano Socialista. Aunque ellas eran diputadas, paradójicamente no podían ejercer el sufragio; podían legislar, pero no votar.
En América Latina, fue el 23 de septiembre de 1947, durante el primer Gobierno de Juan Domingo Perón, que se promulgó la ley que permitía a las mujeres argentinas ejercer su derecho al voto.
En 1951 las mujeres argentinas pudieron ejercer su derecho a votar, porque el Estado tuvo que crear un padrón electoral de 4,2 millones de mujeres, que implicó otorgarles un documento especial, la llamada libreta cívica: la número 1 emitida para la primera dama, Eva Perón, quien jugó un papel importantísimo para impulsar la igualdad entre hombres y mujeres en Argentina.
Me parece preciso mencionar, que durante un importante debate en el Congreso, un legislador menciona que no está de acuerdo con que la mujer y el varón sean vistos iguales, ya que simplemente el cerebro de la mujer pesaba menos que el de un hombre, vistas como seres inferiores, pero aforortunadamente uno de sus compañeros le interrumpe mencionando con voz fuerte, que da gracias a Dios que no lo sean, ya que ningún hombre en el mundo podía hacer lo que una mujer: “dar a luz”.
“Las diferencias biológicas en nada afectan la capacidad de hombres y mujeres para ejercer identicas actitudes intelectuales. Podrá haber diferencias, pero no inferioridad”.
Ahora vayamos a México, consolidado ya como república, donde los vestigios del voto de la mujer, empezaron a dar chispazos de luz con la creación en 1887 de la primera publicación de la revista femenina Violetas del Anáhuac.
Durante la Revolución de 1910, un gran número de mujeres se unieron a Madero en la lucha por la democracia y crean a su vez, el Club Femenil Antisufragista, haciéndose llamar “Las hijas de Cuauhtémoc”. Parece increíble, pero existían mujeres que creían que al ejercer el voto, perdían la esencia de la mujer y su femineidad.
Para 1916 el sufragismo feminista se expresa de manera organizada durante el Primer Congreso Feminista realizado en el estado de Yucatán. Una de las voces más importantes durante este primer congreso fue la de Hermila Galindo, quien aunque no estuvo presente, hizo un escrito titulado: “La mujer en el porvenir”. Dicho documento se leyó en el acto inaugural. Fue una de las sufragista más visibles y activas, ya que trabajó directamente con el Jefe del Ejército Constitucionalista “Venustiano Carranza”. Desde ahí difundió el sufragismo feminista, y editó una revista titulada: “La mujer moderna”.
Durante el mandato del Gral. Lázaro Cardenas del Río, se crearon diversos grupos y sectores, entre ellos el CFM (Consejo Feminista Mexicano), dirigido por Elena Torres y Refugio García, así como el Frente Único ProDerechos de la Mujer, formado por mujeres de toda esfera y clase social. Dichas mujeres, exigían el otorgamiento del derecho al voto para las mujeres.
Así, el presidente Lázaro Cárdenas, envió una inicativa al Congreso para implementar el voto de las mujeres en el articulo 34. Y aunque fue aprobado por ambas cámaras, temerosos de que las mujeres pudieran votar por la derecha, el Gral. decidió no publicarla en el Diario Oficial de la Federacion. Así que la reforma no entró en vigor como se esperaba.
En el siguiente sexenio hubo un repliegue del movimiento feminista revolucionario, el presidente Manuel Ávila Camacho en su discurso, enzalsaba el trabajo de las mujeres dentro del hogar.
Accedió a las peticiones impuestas por las sufragistas revolucionarias, con la condición de que debían aprender a ejercer su derecho al voto de manera responsable y pausada.
El Presidente Adolfo Ruiz Cortines, mencionó el sufragio como promesa de campaña. Éste, emitio su iniciativa al siguiente día de tomar posesión, y fue declarada el 17 de octubre de 1953. Una fecha histórica para las mujeres en nuestro país, en el reconocimento de la participación política de las mujeres, quienes por primera vez ejercieron el voto el 3 de julio de 1955 en una elección federal.
Cabe destacar que fue México uno de los últimos seis países en ejercer el voto en mujeres, esto debido a las constantes presiones por parte de la ONU, que en 1952 estableció que ningún país podía nombrarse como democrático, si no tenían la ciudadanía más de la mitad de la población.
A partir de ese momento, dio inicio una nueva lucha: la paridad de género.
Es un hecho que las peticiones de la agenda feminista no terminan con el derecho a votar y ser votadas, sigue la lucha por la igualdad de oportunidades, por la erradicación de la violencia en contra de la mujer, así como la igualdad sustantiva, la paridad de género y la dignificación de la mujer dentro y fuera de la esfera pública.