De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 fallecieron 670 mil personas por cáncer de mama en todo el mundo, lo que representa mil 835 personas por día, muchas de las cuales pudieron haber salvado la vida con un diagnóstico oportuno. Se trata del cáncer más común entre las mujeres de 157 de los 185 países considerados en 2022 (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/breast-cancer).
Es un problema de salud que no es exclusivo del género femenino, pues también hay hombres que lo padecen, pero el porcentaje del total de casos a nivel mundial es de apenas el 1%. El cáncer de mama es prevalente en todos los países del mundo.
Es una enfermedad en la que células alteradas se multiplican sin control y forman tumores que, de no tratarse, pueden propagarse por todo el cuerpo y causar la muerte. Las células cancerosas comienzan a desarrollarse dentro de los conductos galactóforos o de los lobulillos que producen leche del seno. El cáncer en estadio 0 (in situ) no es potencialmente letal y se puede detectar en fases tempranas. Las células cancerosas se pueden propagar al tejido mamario cercano (invasión), y esto produce nódulos o engrosamiento.
Los cánceres invasivos pueden propagarse a los ganglios linfáticos cercanos o a otros órganos (metástasis), y poner en peligro la vida de quien lo padece. El tratamiento se basa en las características de la paciente, el tipo de cáncer y su propagación. Consiste en una combinación de cirugía, radioterapia y medicación. De los 2.3 millones de casos que se diagnosticaron en todo el mundo durante el 2022, un total de 670 mil personas perdieron la vida a causa de esta terrible enfermedad.
Entre los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama se encuentran el envejecimiento, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol, los antecedentes familiares de la enfermedad, el historial de exposición a radiación, el historial reproductivo (como la edad de inicio de los periodos menstruales y la edad en el primer embarazo), el consumo de tabaco y el tratamiento hormonal posterior a la menopausia. Alrededor de la mitad de los casos de cáncer de mama corresponden a mujeres sin ningún factor de riesgo identificable, a excepción del género (mujer) y la edad (más de 40 años).
Asimismo, los datos estadísticos revelan grandes desigualdades en la carga de morbilidad por cáncer de mama en función de los países con mayor o menor grado de desarrollo. Por ejemplo, en países con un nivel de desarrollo muy alto (economías de primer mundo), se diagnosticará cáncer de mama a una de cada 12 mujeres en el curso de su vida, y una de cada 71 mujeres morirá por esa enfermedad. En cambio, en países en vías de desarrollo (como el nuestro), se diagnostica cáncer de mama a una de cada 27 mujeres en el curso de su vida; sin embargo, aunque el número de casos diagnosticados en estos países es menor, la tasa de mortalidad es casi el doble, y una de cada 48 mujeres diagnosticadas con cáncer de mama morirá por esa enfermedad.
Por lo anterior, las instituciones sanitarias recomiendan, especialmente a las mujeres, estar atentas a los síntomas del cáncer en sus primeras etapas, pues la mayoría de las personas no experimentarán ningún síntoma cuando el cáncer esté aún en fase temprana, por lo que es importante la detección precoz. En ese sentido, es importante prestar atención a los siguientes síntomas: nódulo o engrosamiento en el seno, a menudo sin dolor; cambio en el tamaño, forma o aspecto del seno; aparición de hoyuelos, enrojecimiento, grietas u otros cambios en la piel; cambio en el aspecto del pezón o la piel circundante (aréola); secreción de líquido anómalo o sanguinolento por el pezón.
Se recomienda a aquellas personas que presenten un nódulo anómalo en el seno que busquen atención médica, incluso si no es doloroso. La mayoría de los nódulos en los senos no son cancerosos. Es más, es probable que el tratamiento de los nódulos cancerosos en los senos sea eficaz si los nódulos son pequeños y no se han propagado a los ganglios linfáticos cercanos.
De no detectarse a tiempo, el cáncer de mama puede propagarse a otras partes del organismo (metástasis) y desencadenar otros síntomas. Con frecuencia, el lugar más habitual donde se puede detectar la propagación es en los ganglios linfáticos de la axila, aunque es posible tener ganglios linfáticos cancerosos que no puedan detectarse. Con el tiempo, las células cancerosas pueden propagarse a otras partes del cuerpo, por ejemplo, los pulmones, el hígado, el cerebro y los huesos. Cuando alcanzan esas zonas pueden aparecer nuevos síntomas relacionados con el cáncer, entre ellos dolor óseo o cefaleas.