El silencio en el ejido Patrocinio, ubicado en San Pedro, Coahuila, es abrumador. Hace algunos años, en este lugar, se vivieron días y noches de terror, y como vestigio quedaron miles de restos óseos que han sido recuperados en una superficie aproximada de 67 hectáreas y que acumulan cerca de una tonelada, según estimaciones de las madres buscadoras que regresan una y otra vez en busca de sus seres queridos.
Lucy López, quien desde hace más de una década se ha dedicado a buscar a su hija desaparecida, acepta charlar con esta casa editorial porque, dice, es necesario seguir alzando la voz, seguir en la lucha, en la búsqueda hasta encontrar, porque “así se lo prometí a mi hija”. Acepta que no ha sido fácil, a veces las fuerzas, la voluntad flaquean: “… ha sido difícil, pero las mamás que participamos en este movimiento hemos hecho el compromiso de que hasta el último día de nuestras vidas vamos a seguir buscando a nuestros hijos”.
Recuerda que, en un principio, su lucha fue personal y familiar, pero en su recorrido buscando a su hija, se topó, lamentablemente, con otras madres, padres, hermanos, hijos, hijas, esposas y esposos, que se encontraban en la misma búsqueda frenética de sus seres queridos. Entonces se unieron un solo cuerpo y una sola voluntad, con un único deseo: encontrar a los que tan desesperadamente buscan.
Actualmente, en Coahuila trabajan ocho colectivos, algunos con objetivos diferentes, pero todos encaminados a encontrar los que no están o atender a las víctimas colaterales de la desaparición forzada de sus padres, madres, hijos o hijas. Solo así, agrega la señora Lucy López, “las familias hemos logrado sobrevivir a la tragedia que representa la desaparición de un familiar”.
Además de la necesidad de organizarse para realizar la búsqueda de sus seres queridos, los colectivos vieron la urgencia de armar grupos para que las autoridades y la sociedad en general voltearan a ver el grave problema de desaparición que se vivió en la región, de acuerdo con el testimonio de la entrevistada: “es bien importante la unión porque solamente así hemos hecho valer nuestros derechos y los derechos de las víctimas directas que son los que nos hacen falta, y solamente así, unidos, hemos logrado grandes cosas”.
Pero aún así, agrega, aún falta mucho por avanzar, porque si bien los avances han sido importantes, la realidad es que después de las reuniones con autoridades o de los eventos conmemorativos, “casi nadie nos hace caso, regularmente la sociedad no se une y no se solidariza hasta que no les toca pasar por esta tragedia, y nosotros no queremos a nadie más de este lado, por eso es que luchamos y luchamos y luchamos, para que nadie más tenga que vivir el dolor de la desaparición, pero las familias y la sociedad no lo ven así hasta que ya están de este lado es cuando empiezan a unirse”.
Y añadió: “esta lucha no es nada más por nuestros hijos, es también por los hijos de los que creen que nunca les va a pasar algo, porque, lamentablemente, las desapariciones no respetan edades ni clases sociales, a cualquiera le puede pasar, entonces, la lucha es para encontrar a los que nos faltan, pero también para que a nadie más le suceda”.
Lucy López, dijo, que, como resultado de tantos años de lucha se han logrado avances significativos, y citó como ejemplo el cambio en el protocolo de búsqueda que deben implementar las autoridades correspondientes: “antes te decían que debían pasar 72 horas para declarar a una persona desaparecida, ahorita, no debe de pasar ni una hora que tu sospeches que algo no está bien, que tú ya tienes el derecho a poner tu denuncia y las autoridades tienen tu obligación de tomarte la denuncia y buscar a tu familiar, y esto lo hemos logrado gracias a las reuniones que hemos tenido con las autoridades del gobierno del estado para hacer valer nuestros derechos”. Y mientras tanto, la lucha continúa, para la señora Lucy, han sido ya 16 años en la búsqueda de su hija, y reconoce que no ha sido sencillo seguir adelante, tal y como refleja su doloroso testimonio: “primero, crees que no vas a vivir, así, decía yo: yo no voy a aguantar dos o tres días sin mi hija, después no voy aguantar una semana, no voy a aguantar un mes, no voy a aguantar un año, y ya llevo 16 años, y como yo hay miles de mujeres y familias, y sobrevivimos porque tenemos más familia, tenemos más hijos, y tenemos que echarle ganas y sabemos que si a ellos no los buscamos nosotros, entonces, quién más los va a buscar, nadie los va a buscar, te lo juro, si no somos las madres, los padres, los hermanos o hermanas, o las esposas o esposos, por eso seguimos en la lucha, por eso nos levantamos cada mañana, porque la lucha tiene que continuar”.