TIEMPO DE CANALLAS EN MÉXICO
No cabe duda, vivimos tiempos de canallas en nuestro país. La ruindad, la bajeza, la traición y el engaño, son monedas de cambio para un gobierno corruptor, como el de López Obrador.
Se ha llegado a tanto, por tan poco, que el flamante presidente de la República, ha sido capaz de cometer tanta ruindad, con tal de satisfacer su odio, su venganza y su megalomanía.
Son tiempos, los que corren, que ya no importa la República, ni su gentes, ni sus instituciones, pues se ha dinamitado todo por un loco enfermo de poder y de venganza. Por un resentido social, que llegó al poder para tomar venganza contra todo y todos los que, él cree, que en su vida lo desdeñaron, lo humillaron y traicionaron.
Por eso, en la mente de AMLOCO, sólo hay un propósito, destruir todo lo que se atraviesa a su paso, no importa la forma, el método o los instrumentos; así sea, destruyendo al país junto con sus instituciones.
Ese fue y ha sido el propósito desde antes de que llegara al Poder. Por eso la toma de Pozos en Tabasco; por eso el bloqueo, por meses, de la Avenida Juárez, en la CDMX; por eso, su auto nombramiento como “Presidente Legítimo” y la afectación a la economía del Centro Histórico de la capital mexicana, con un plantón que duró varios meses.
A López, no le ha importado aliarse con el NARCO, para financiar campañas (comenzando con las de él), y lograr, con esta ayuda, financiar a su partido y a sus candidatos. De ahí, el éxito de la elección pasada, donde arrasó en todo el país, e hizo polvo a la oposición. Y no sólo fue con dinero, no. Fue, también, por el uso del Narco, para inhibir el voto en muchas regiones del territorio nacional.
La muerte o desaparición (o ambos hechos), dejaron el campo libre a los candidatos del partido del presidente, Morena.
Las crónicas, las denuncias y las noticias, lo confirman. Fue esta, una elección de Narco estado. No por nada, a AMLO, lo llaman Narco presidente.
Pero lo más canallesco, lo acabamos de ver, el martes 10, con la aprobación de la Reforma al Poder Judicial.
López Obrador, tuvo que echar mano de los instrumentos del Estado, para doblar a opositores que eran clave para la aprobación de la Reforma. Detenciones arbitrarias, dinero, mucho dinero y, lo más grave, torcer la Ley para desaparecer expedientes de toda una familia, que está acusada de robo, tráfico de influencias, apropiación de grandes terrenos, etc. Me refiero a la familia Yunes, cuyo jefe de la familia, Miguel Ángel, se presentó a la sesión del Senado, como suplente de su hijo, quien, al parecer, se quedó poniendo los últimos detalles de la negociación, para después, apersonarse en el pleno y emitir su voto, en favor de la Reforma.
El patriarca, Yunes Landa, ya había sido Gobernador de Veracruz, por el PRI, pero en el sexenio de Ernesto Zedillo, hizo alianza con la maestra Elba Esther Gordillo y, en pago a su docilidad, la maestra, le entregó la dirección nacional del ISSSTE, de donde Yunes, salió acusado de un desfalco multimillonario, por lo que aún, lo estaba persiguiendo la justicia.
Pero para AMLOCO, eso era pecata minuta, a él, le interesaba conseguir el voto del junior senador, y lo logró.
Era tanta la prisa por aprobar esa Reforma, que desde un principio, se planteó, que tenía que ser, antes de que López, entregara la Banda presidencial a Claudia Sheinbaum. Como un regalo de despedida, dijo uno de sus incondicionales; como un trofeo, por la destrucción, del Poder de la República, que más lo enfrentó, que más lo puso en ridículo, que le negó la aprobación de sus absurdas reformas.
Y, al parecer, se va a salir con la suya, no le hace que a Claudia Sheinbaum, le deje un tiradero: que se devalúe el peso; que deje una enorme deuda externa; con un crimen organizado en crecimiento y con más violencia que en ningún otro sexenio; con las relaciones entre los socios comerciales de México (EEUU y Canadá), en su más bajo y peligroso nivel; con un sector salud, educativo y social, destruidos y que costará mucho tiempo y dinero, recuperarse.
Con una sociedad enfrentada y dividida, que llevará años de conciliación, si es que un día puede reconciliarse.