Es increíble como un cuerpo inerte, sobre una plancha fría, parece tan pequeño. Conocemos a las personas y las vemos grandes, llenas de vida y, en un santiamén, toda esa alegría y esa vitalidad, desaparecen y solo quedan los restos, de lo que fue, aquel ser.
No había experimentado esa sensación, hasta hace un par de semanas, cuando tuve que entregar y reconocer el cuerpo de un familiar. Y más que la enorme tristeza que nos embargaba a mí y a mi familia, era una gran impotencia por la situación que acabábamos de vivir y que cientos de mexicanos viven de diario.
Falleció de un infarto en la clínica 16 del IMSS porque no hubo una cama disponible para su traslado a la clínica 71 del IMSS y poderle hacer un cateterismo. Tres días estuvo en urgencias, porque no había una cama para poder atenderlo.
Y mi queja no es contra los doctores, enfermeras y personal que ahí labora, que bien muchos de ellos con una actitud que deja mucho que desear; mi queja es contra este sistema de salud ineficiente, sin provisiones, sin medicamento, sin camas o citas disponibles.
Lo que me hace pensar ¿tendría que escoger el derechohabiente el día para enfermarse y así asegurar su atención?
Hace años recuerdo muy bien, que escuché un día en la radio una queja de una señora que decía, que en el IMSS estaban dejando morir a los ancianos, para liberar espacio. Un señor tenía días en pasillo.
Decían que íbamos a estar mejor, ¿de verdad tenemos un sistema de salud de primer mundo? ¿Estamos mejor que antes, o estamos peor?
Dicen que uno no presta atención, hasta que no te dan donde te duele, y es verdad. Pero no podemos cerrar los ojos ante la situación que viven otros. Que el privilegio de tener servicio médico y hospitalización privada, no te nuble la vista de los que ni servicio médico tienen.
Me duele en las condiciones en las que vivimos y que muchos, aunque lo vean prefieren callar con tal de no perder un apoyo; apoyo que, con estos elevados precios de la canasta básica, no nos da abasto.
Ahora vamos a vivir una reforma al poder judicial, que lamentablemente viene a afectar a cientos de familias. Porque, aunque los golpes políticos son para “quienes más tienen”, los que sufrimos las consecuencias, siempre somos la clase media trabajadora.
Basta de resentimientos, somos un solo país. No debería existir eso de los neoliberales y conservadores, o estás conmigo, o estás contra mi. Quien divide al pueblo, divide al país y traiciona a la patria. Y para qué son las alas, sino más que para volar...