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El tema en boga es la sobrerrepresentación que el oficialismo tendrá en el poder legislativo durante los próximos tres años, los intelectuales de oposición, que extrañamente nunca se manifestaron en contra del ancien régimen, es más, que no se opusieron en absoluto al “Pacto por México” que encabezó Peña Nieto que les permitió reformar la constitución a su antojo y que terminó en un absoluto fiasco, ahora se manifiestan preocupados por el futuro de este país y tratan de interpretar a modo nuestra constitución en su artículo 54. La esencia de dicho artículo es simple: ningún partido puede tener más de 8 por ciento de sobrerrepresentación en el Congreso y así es como se conforma la representación actual de morena en el legislativo, el detalle es que dicho artículo no menciona en absoluto el tema de las coaliciones y es en ese sentido que morena y aliados sobrepasan dicho porcentaje, al menos para la cámara baja representan el 85% de representación, pero ya sumadas las coaliciones, por lo que en esencia no se está violando la constitución y por ello está de más la interpretación que cada intelectual de derecha quiera realizar sobre lo no escrito dentro de la constitución. La solución es simple; retomar la iniciativa de reforma presentada por el presidente López Obrador e incluir textualmente el tema de coaliciones dentro del texto del 54 constitucional, no hay otro camino. No obstante, y todo lo mencionado, el tema de este artículo no se remite al tema de la sobrerrepresentación, sino al origen de este tema, pues la elección presidencial pasada que fue histórica y superó incluso los números de la elección de 2018 y sin restarle méritos a la presidenta electa, tiene su origen en el llamado “efecto abrigo” que provocó sin duda alguna el actual presidente Andrés Manuel López Obrador y que culmino con una impresionante e histórica aprobación del pueblo al final de su mandato. Este efecto llamado en inglés coattail effect, describe el fenómeno en el que un candidato presidencial popular o un líder de un partido político puede atraer votos para otros candidatos de su partido. Esto ocurre a menudo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, donde el partido del candidato ganador también suele obtener numerosos escaños en el Congreso. Objetivamente, nos guste o no, el efecto AMLO culminó con este interesante fenómeno político que ahora abre las puertas a que el oficialismo pueda reformar la constitución tal cual lo hicieron por última vez priístas, panistas y perredistas en alianza con el pacto por México que, dicho sea de paso, solo profundizó la corrupción en este país y fue el detonante para que morena se convirtiera en la aplanadora política que resulta ser hoy. Al día de hoy, en la cámara baja el oficialismo tiene ya el 85% de la representación, mientras que en la cámara alta solo falta un senador para lograr esos mismos números y todo como resultado de un gobierno que a pesar de sus múltiples yerros logró dejar en la sociedad un sabor de justicia social y buen gobierno en comparación con lo que hemos tenido desde los años setentas hasta 2018 con los gobiernos del PRI y el PAN que hoy con los resultados de las urnas en la última elección enfrentan un futuro nada prometedor.