La mejor columna política de La Laguna, por SinCensura®.
Por más serio que parezca el debate —o monólogo— sobre la reforma al Poder Judicial, las ocurrencias como la elección de jueces a través del voto directo o la eliminación del requisito de experiencia mínima, la hacen parecer una mala broma.
Ya está claro que elegir a los jueces a través del voto secreto y directo de los mexicanos es imposible, no solo por su alto costo económico, sino por la imposibilidad de que cada ciudadano reciba 170 boletas —mínimo— para elegir a su juzgador de preferencia.
Basta con multiplicar el número de boletas por el número de mexicanos que participaron en la última elección federal —poco más de 61 millones— y se dará cuenta del despropósito del asunto.
Agregue a ello que el presidente de la República dijo que “se les había pasado’’ en la iniciativa de reforma eliminar el requisito de “5 años de experiencia’’ para ser juez o ministro.
Según López Obrador, no se requiere experiencia, pues los abogados egresan de las universidades “con mística’’ de servicio, misma que pierden con la experiencia que van adquiriendo conforme ejercen la profesión.
Para puestos tan delicados de los que dependen vidas, literalmente, es requisito indispensable no solo tener conocimiento sino la experiencia que otorga la aplicación de lo aprendido.
La reforma propuesta por López Obrador es desde luego indispensable para un poder que se ha mantenido alejado de la población en general. Pero no será con ocurrencias como se renueve o se “refresque’’, sino con propuestas serias.
Lo siguiente será proponer que, ante la dificultad de elegir por voto a los jueces y magistrados, se rifen entre el pueblo bueno y sabio los puestos en el Poder Judicial. Sería más sencillo, o ¿qué cree usted?
El gobierno, su partido y sus fracciones parlamentarias toman vuelo para acelerar la aprobación del alud de reformas fraguadas desde febrero por López Obrador.
Y mientras tanto, la oposición se pulveriza y se debilita aún más luego de su fracasado intento de frenar al aparato de Estado durante las campañas y las elecciones del 2 de junio.
Resulta por lo menos curioso, cómo es que el tan criticado PRI, dado por muerto por lo menos desde el 2018, suscita una disputa presuntamente interna por un liderazgo que muchos quieren no para transformarlo, sino para utilizarlo como mecanismo de negociación con el poder.
Quienes hoy critican la reforma estatutaria, nunca comprendieron que los tiempos políticos habían cambiado.
¿Dónde estuvieron todos estos años de crisis los exgobernadores que, salvo muy honrosas excepciones, nunca dejaron de participar en las actividades partidistas?
¿Vio usted, en la pasada campaña, a un exgobernador priista, el que sea, sumarse abiertamente a los trabajos proselitistas en favor de Xóchitl Gálvez?... Bueno, ¿en favor de algún candidato a gobernador de la alianza opositora?
¿Ha escuchado usted a alguno de los críticos feroces de “Alito” Moreno criticar al gobierno lopezobradorista o a Morena? ¿No? ¿Seguro que ha visto o escuchado a ninguno?
Los críticos de “Alito” aseguran que “llevará al PRI a la extinción’’, sin comprender que el PRI del cual fueron ampliamente beneficiados, comenzó su agonía en el año 2000 y murió en el 2018.
El PRI se construyó hace más de cien años para responder a las necesidades de un México posrevolucionario; se creó para agrupar a todos los políticos regionales de entonces como una forma de permitirles acceder al poder a través, precisamente, de un partido político y no por conducto de las armas.
Ese México cambió totalmente, sin que el tricolor cambiara; quienes sucesivamente, desde 1997, cuando perdieron la capital del país, dirigieron al partido —otra vez, con notables excepciones—, no entendieron lo que la gente reclamaba.
Por eso el PRI perdió en el año 2000 la Presidencia de la República; 12 años después la recuperó, pero no porque hubiera cambiado desde adentro, sino porque encontró a un candidato carismático y a una oposición dividida y confundida.
La derrota del 2018 debió haber sido el timbre que marcara una reforma interna de gran calado, pero no se hizo.
La atención de la modificación estatutaria del tricolor se ha centrado exclusivamente en el tema de la reelección del presidente y la secretaria general, pero eso no deja de ser una visión cortoplacista y evidentemente interesada.
Sin una reforma real, profunda, que sacuda los cimientos del otrora partidazo, lo mismo pueden poner a “Juan de la Cuerdas” de presidente y volverán a perder hasta que el PRI se convierta en anécdota.
Marko Cortés y “Alito” Moreno viven circunstancias parecidas. Los dos enfrentan resistencias en el PAN y en el PRI, en el primer caso para imponer un incondicional del michoacano y en el segundo para evitar la permanencia por ocho años más del campechano.
En Acción Nacional la lucha de los aspirantes a presidentes se centra en evitar primero el Control de Elecciones, en especial la influencia del coordinador parlamentario Jorge Romero, principal interesado en suceder a Cortés.
Nos dicen que el control fue absoluto. Nadie pudo ingresar a la XXIV Asamblea Nacional del PRI al Pepsi Center sin gafete con su nombre y su fotografía.
Los tres mil 200 delegados acreditados, según la información oficial, llegaron temprano y aglutinados con sus respectivos comités directivos estatales.
De esa forma se impidió el acceso inclusive a personas afines al actual Comité Ejecutivo Nacional: exgobernadores, futuros legisladores y militantes de toda la vida. Ellos y periodistas intentaron inútilmente ingresar, mientras adentro las porras masivas eran para quien tiene el control total del PRI, “Alito” Moreno.
En el PRI se reformaron los estatutos para permitir la continuidad hasta por 12 años más de “Alito” Moreno, a lo cual se oponen sus detractores.
No asistieron, pero recurrirán a los órganos electorales para intentar frenar este “despropósito”, como lo llamó Manlio Fabio Beltrones al tiempo de difundir los documentos originales según los cuales el principio de no reelección debe ser norma vigente.
Con o sin méritos —todo depende del análisis— viene una pelea madre para decidir el futuro del PRI, los inconformes para anular la XXIV Asamblea Nacional y los afines a “Alito” Moreno para hacer una limpia. Otra purga.
Ya conocemos sus nombres: Francisco Labastida, Manlio Fabio Beltrones, Aurelio Nuño, Pedro Joaquín Coldwell, Beatriz Paredes y para qué seguir con esa extensa lista.
Acudirán a todas las instancias electorales en busca, para exigir la anulación de las reformas aprobadas del domingo al mediodía, ya se verá con qué argumentos para convencer a consejeros y magistrados.
Pero hay otro dato: el Comité Ejecutivo se ha aprovisionado y tiene documentados —según “Alito”— más de 500 asambleas debidamente certificadas por notarios públicos y representantes del Instituto Nacional Electoral.
Dos decisiones anunció Manlio Fabio Beltrones: que un grupo de priistas, los mismos que han cuestionado la asamblea tricolor del fin de semana, la impugnarán ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La impugnación —si se presenta—, se hará pese a que el INE certificó las asambleas estatales y la nacional. Beltrones dice que procede la impugnación porque no cumplió con el artículo 34 de la Ley General de Partidos Políticos que establece que ningún partido podrá modificar sus estatutos una vez iniciado el proceso electoral.
Y, como oficialmente el proceso electoral no ha concluido porque falta la calificación de la elección presidencial, por ahí podría haber una oportunidad.
El otro tema es que el sonorense anunció que no dejará la bancada del PRI, pero que no votará en bloque “porque a mí me eligió la población, no la dirigencia’’.
Si alguna vez hubo cercanía entre el sonorense Manlio Fabio Beltrones y “Alito” Moreno, está ya se terminó.
Beltrones criticó la modificación estatutaria que permite la reelección del presidente y el (o la) secretaria general del tricolor y “Alito” le respondió. A la pregunta de una reportera, declaró que el nombre del hoy senador “se encontraba en las actuaciones’’, es decir, en las investigaciones que se realizaron después del homicidio de Luis Donaldo Colosio.
Pero hubo un detalle que llamó la atención durante la conferencia que ofreció el dirigente tricolor: junto a él posaba Manuel Añorve Baños, quien fue (¿es?) un beltronista de toda la vida. Y no dijo nada que defendiera a su amigo.
De todos los frentes abiertos al interior del PRI, el más atractivo es el de “Alito” Moreno contra Manlio Fabio Beltrones.
El tema lo sacó el dirigente tricolor al recuperar señalamientos tras el crimen de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo a partir de una versión: Beltrones interrogó al asesino Mario Aburto. Así anda la oposición.
Pero, existe un problema del otro lado, en las autoridades electorales porque hay un cabildeo en el INE y el Tribunal Electoral para avalar procesos dudosos o permanencias indebidas.
Nadie puede afirmar si hay pláticas avanzadas entre los dirigentes de PAN y PRI y mucho menos acuerdos para evitar vigilancia y permitir elecciones o asambleas amañadas. Pero el rumor está entre panistas y priistas de cepa y será un escándalo mayúsculo en las próximas semanas o meses.
Con un agravante: la falta de limpieza en estos procesos sucesorios debilitaría más a ambos partidos y dejarían en manos del lopezobradorismo, con el presidente actual o su sucesora, sin una oposición de por sí debilitada en las elecciones de junio pasado.
Quieren su propio partido. Miguel Osorio Chong ya se formó en la lista de los políticos que han anunciado su intención de crear un nuevo partido político. Ya están formados el actor y político Eduardo Verástegui que va por un partido de derecha para el año que entra.
También están Acosta Naranjo y Álvarez Icaza del Frente Cívico Nacional uno de los animadores de las exitosas marchas de la Marea Rosa.
Según Osorio Chong hay suficientes priistas enojados con la dirigencia de “Alito” Moreno que con gusto se sumarían a la creación de un nuevo partido.
La verdad no se ha precisado que tipo de partido quieren, qué intereses defenderán, en qué lugar del espectro político se ubicarán. Por ahora solo tiraron el buscapié del nuevo partido para ver cómo se recibe la idea, que por ahora está en calidad de sueño guajiro.
PD: Saltillo fue el punto de la reunión regional de seguridad pública en la que los gobernadores de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas; Nuevo León, Samuel García, y Tamaulipas, Américo Villarreal, se comprometieron a reforzar la cooperación en la Región Noreste.
Firmaron un convenio para crear un Grupo de Coordinación Operativa, que se reunirá periódicamente para delinear acciones y evaluar progresos en la seguridad regional. Luego de un discurso de unidad y acción conjunta sólo puede haber buenos resultados: hay determinación y compromiso. ¡Bien por Coahuila!
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