POR: JESÚS M. MORENO MEJÍA
“Los que inclinen el
platillo de la balanza
hacia el bien, gozarán
siempre de la felicidad”
Mahoma
Atrás quedaron las estériles confrontaciones de los candidatos, que sólo dejaron una nación dividida, por lo que una vez concluida la contienda electoral habremos de luchar por la unificación ciudadana, en una incesante búsqueda de nuevas oportunidades que rindan beneficios colectivos, para al engrandecimiento de México.
Olvidemos las burlas, los denuestos, las mentiras urdidas con el afán de hacer un daño moral al adversario, pues nada de ello fue suficiente para cambiar la opinión de quienes defendían al otro candidato en los diferentes niveles de gobierno por el que contendieron.
Se llegó, incluso, al grado de atentar contra la integridad física y la vida de algunos aspirantes de uno u otro partido político, contratando para ello a criminales profesionales, fueran o no del crimen organizado.
Existe el mandamiento divino de siempre perdonar a todos, incluyendo al mayor de nuestros enemigos, pues la venganza a nada bueno nos conduce al buscar el mal de quien nos ofendió.
Para ello existen los cauces legales, si es que buscamos la justicia por el agravio, que ciertamente no es del todo efectiva en nuestra nación, pero que tenemos que pugnar para lograr su efectividad.
En nuestro epígrafe mencionamos el pensamiento del profeta Mahoma en lo que se refiere al bien, pero también en los proverbios del cristianismo se señala lo siguiente: “No impidas el bien al que puede hacerlo y hazlo si puedes; ni digas a tu prójimo: vuelve después, pudiendo darle ahora lo que se te pide”.
Es verdad que en materia política existe la sentencia de que, como sucede en la guerra, “todo se vale”, pero para el caso que hoy nos ocupa, las elecciones terminaron, y por lo tanto las confrontaciones entre candidatos y sus seguidores deben quedar atrás.
Finquémonos en el hoy de la vida política en México, las elecciones ya concluyeron y conforme lo estipula la ley son las nuevas autoridades quienes habrán de conducir el destino de nuestro país, de nuestro estado, de nuestra comunidad, por lo que son ahora a ellas a quienes debemos exigirles dar cumplimiento a su responsabilidad, sean ejecutivos o legisladores.
Si queremos un país unido, encaminado a un auténtico progreso, ellos (los nuevos servidores públicos) tienen la responsabilidad ineludible de llevar a cabo su cometido, mientras que nosotros (los ciudadanos) debemos vigilar que cumplan con su encomienda.
Es verdad, y de ello tenemos la experiencia que nos han dado algunas malas autoridades, de que buscaron la manera de medrar del dinero público en beneficio propio, en lugar de procurar el bienestar de la ciudadanía, especialmente de quienes están en situación vulnerable (los pobres y los indígenas.
Es por ello que debemos estar atentos del actuar de todos y cada uno de todos los servidores públicos, sean los recién electos o aquellos que siguen en sus puestos hasta el término de su responsabilidad.
No permitamos lo que confesó públicamente el alcalde de San Blas, Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva (“Layín”), “Sí robé del erario, pero sólo un poquito”, a lo que la ciudadanía en lugar de reprocharle su desvergüenza le aplaudieron su dicho e incluso apoyaron que repitiera nuevamente como edil, y luego buscó la gubernatura del estado, pero negando entonces lo que había afirmado, pese a que era público a nivel nacional e internacional.
Traemos lo anterior a conversación del tema que hoy nos ocupa, pues la comunidad tiene también la obligación de estar al pendiente del actuar de sus autoridades, pues no sólo basta con elegirlos y dejarlos hacer lo que ellos deseen hacer.
Es por ello, como lo señalamos párrafos antes, que primeramente hay que buscar la unidad de todos, aun cuando existan diferentes ideologías o formas de opinión, pues todo es posible mediante la concertación de grupos dispares.
Defendemos la democracia, pues ésta no es perfecta, pero podemos conseguir hacerla mejor, en un ambiente de entendimiento mutuo, dejando a un lado egoísmos vanos como sucede hasta la fecha.
Por ahora solo dejamos la inquietud, pero nuestros lectores tienen su particular opinión sobre el tema que hoy nos ocupa en esta colaboración.