Arrancamos… El primero de julio de 1871 apareció en la ciudad de México el número uno de El Socialista, primer periódico que defendió abiertamente la causa de los trabajadores, la Primera Internacional y la Comuna de París. Poco después se formó el Gran Círculo Obrero de México en el cual militaron unos 2,000 trabajadores de decenas de fábricas y gremios. La nueva organización no era socialista, pero fomentó el mutualismo y la organización obrera con ideas y lemas de inspiración socialista. Sin embargo, dos años más tarde cayó bajo la influencia de los empresarios y el gobierno y los socialistas que formaban parte de él se separaron para formar una nueva organización. En 1878 se integraron en Puebla el Partido Socialista Mexicano y su órgano La Revolución Social, que tuvieron una vida efímera, pero fueron importantes por el corte marxista de sus estatutos en los cuales se establecía que sus miembros se llamarían comunistas para diferenciarse de todos aquellos que no aceptan que los obreros se constituyan en un partido de clase y que ese partido lucharía por la conquista pacífica del poder o porque el poder federal acepte su programa. En la primera década del siglo XX, el socialismo resurgió en el Partido Liberal Mexicano en el cual militaban, entre otros, los hermanos Flores Magón, Librado Rivera, Camilo Arriaga y Antonio Díaz Soto y Gama, de orientación anarquista y socialista. Durante los 20 años de su vida política, Ricardo Flores Magón desarrolló una versión mexicana del anarquismo que había de tener una influencia duradera y que recibió el nombre de magonismo. Desde 1906, el Partido Liberal Mexicano llama a la revolución contra la dictadura de Díaz. En 1911, después de la caída de éste, concibe la revolución como anarquista y comunista que debía abolir la propiedad y el Estado; una revolución dirigida contra los hacendados, el capital y el clero. En los años que precedieron a la Revolución el PLM llegó a tener una influencia considerable, pero al estallar ésta su radicalismo lo llevó al aislamiento y la dispersión. Pese a ello su influencia se dejó sentir en la formación de la Casa del Obrero Mundial, el zapatismo y la redacción de la Constitución de 1917. Al final de la guerra civil y durante la década de los veinte, el socialismo ejercía una influencia difusa pero importante. Muchos generales revolucionarios declaraban abiertamente su simpatía por el socialismo y la Revolución rusa. Los programas de las ligas agrarias, los nuevos sindicatos y más tarde incluso el partido gobernante exhibía influencias socialistas. Artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo; escritores como Pedro Henríquez Ureña y Carlos Pellicer simpatizaban abiertamente con las ideas socialistas. En este ambiente fue creado en 1919 el Partido Comunista Mexicano y en 1921 la Central General del Trabajo, fuertemente influida por anarquistas y comunistas. Durante las siguientes seis décadas, el socialismo continuó su desarrollo tomando múltiples formas. El socialismo de los años cuarenta y cincuenta fue dominado por la figura de Lombardo Toledano. En los primeros años de la década de los sesenta, el socialismo y el cardenismo se encuentran por primera vez en la oposición dentro del Movimiento de Liberación Nacional y en la década de los setenta se produjo un gran auge del pensamiento socia-lista. En 1979 el Partido Comunista participó por primera vez legalmente en las elecciones federales, obteniendo 5.5% de los votos. Una década más tarde, los partidos de orientación socialista conseguían alrededor de 10% de la votación total. En las elecciones de 1988 aparece una nueva fuerza política que sustituye a la izquierda socialista: el neocardenismo. Si a esto se agrega el derrumbe del ensayo soviético, el "bloque socialista" en Europa oriental y el movimiento comunista mundial, se tiene una explicación inicial del eclipse del socialismo del panorama político mexicano en los últimos diez años. Sin embargo, la persistencia de esas corrientes y grupos demuestra que la llama no se ha apagado totalmente y que mientras siga existiendo el capitalismo mexicano, sobre todo en sus formas extremas actuales, las posibilidades históricas del socialismo no se habrán cerrado. MI VERDAD. - Ningún partido político por sí solo podrá lograr el poder. Se necesitan alianzas entre partidos.