Arrancamos… A diferencia de lo que a veces se piensa, tanto en México como en el extranjero, no tenemos un régimen de izquierda, sino un gobierno populista conservador. No hay un proceso de regeneración para mejorar lo que se ha descompuesto, sino un movimiento de restauración del viejo régimen político autoritario. El presidente Obrador ha tomado tres importantes decisiones que son típicamente derechistas (y neoliberales): no subir los impuestos, aplicar una dura política de austeridad e impulsar la militarización y la legalización de la función policiaca del ejército. El gobierno populista, al mismo tiempo, se orienta hacia una política de subsidios y subvenciones al estilo del viejo PRI. No en balde Obrador ha expresado su admiración por Antonio Ortiz Mena, quien fuera secretario de Hacienda de los presidentes López Mateos y Díaz Ordaz entre 1958 y 1970, cuando la economía crecía a más del 6 por ciento y la inflación apenas superaba el 2 por ciento. Claro que ese paraíso al que quiere regresar formó parte de los años dorados de la economía mundial, los "gloriosos treinta años" que se iniciaron en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Quiero agregar otra reflexión. Una democracia avanzada, una democracia sólida, necesita también algo que suele eludirse en México, dado el mal estado del sistema político: necesita partidos políticos. La sociedad civil necesita estar dividida en partidos. políticos que compitan bajo ciertas condiciones, bajo condiciones democráticas. No debemos olvidar a los partidos políticos, aunque, como se observó en las últimas elecciones, han entrado en una gran decadencia. El PRI entró en un proceso de tecnocratización semiliberal o neoliberal que fue arruinado por la corrupción. La izquierda prácticamente ha desaparecido del panorama; y la derecha democrática, o más o menos democrática, agrupada en el PAN, está pasando por una situación sumamente difícil. Es decir, estamos ante un sistema de partidos políticos muy débil, en situación crítica, y eso es verdaderamente alarmante. Al mismo tiempo, tenemos el nuevo partido que está en el gobierno, que todavía no es plenamente un partido, y que está tratando de consolidarse a la manera antigua. Hay que mencionar los tentáculos que extiende el presidente Obrador a través de los superdelegados. Es una especie de retorno o pseudoretorno a la organización de un partido oficial dirigido desde el gobierno. A diferencia de lo que ocurría en el antiguo régimen, cuando los canales de control se ejercían a través de la Secretaría de Gobernación, ahora se quieren ejercer a través de la Secretaría de Hacienda. Los nuevos canales de control podrían realmente no funcionar desde el punto de vista político y conducir a un fracaso. Ya lo hemos visto con la crisis de financiamiento a la salud pública y sobre todo al seguro social. Esta política reaccionaria derechista de austeridad está afectando al gobierno de otra manera la inteligencia, la inteligencia política, sobre todo, está sometida a un duro programa de austeridad y escasea en las filas del gobierno. Es necesaria cierta pericia para que, de izquierda o de derecha o incluso desde una perspectiva populista, las cosas funcionen bien. Las cosas no están funcionando bien porque no hay suficiente eficiencia en el nuevo gobierno y eso creo que es la situación verdaderamente trágica y dramática que estamos observando desde el comienzo del gobierno populista. MI VERDAD.- Este era el panorama 2019. ¿ Cómo será en el próximo gobierno?