Arrancamos… Después de la conquista española, primero los peninsulares y luego los criollos concentraron en unas cuantas familias virreinales los grandes privilegios políticos de México. Los indígenas, derrotados espiritual y militarmente, se replegaron al campo o a la selva en condiciones de miseria, mientras los mestizos, rechazados por ambos (criollos e indígenas), fueron confinados al ámbito disciplinado del ejército. Con el tiempo y la historia atropellada de cuatro siglos, el ejército avanzó por diversas rutas hasta tomar el poder político de México. Entonces se necesitó establecer un pacto entre los detentadores del poder económico (los criollos) y los nuevos mestizos, ahora gobernantes. El pacto no escrito entre los criollos, quienes querían conservar sus privilegios, y los nuevos políticos, se tradujo en un arreglo de toma y daca que paradójicamente hizo de la corrupción en México un medio para preservar la paz y el equilibrio entre las facciones. El círculo vicioso corrupto alentó de forma paulatina al poder económico y, a partir de las patentes políticas (coloniales, imperiales o revolucionarias), encontró en la corrupción (como si fuese un impuesto compensatorio) una forma de conservar la estabilidad social en México. La cultura encubierta de los privilegios se estableció, así como una moneda corriente de intercambio. La regla era: "Tú me otorgas permisos, concesiones, contratos, licencias y yo te entrego un porcentaje justo de mis ingresos". La corrupción en el siglo XX se convirtió, sin dudarlo (siempre hay excepciones), en la columna vertebral de la vida pública. Los grandes empresarios (en su mayoría criollos) evolucionaron en familias inmensamente poderosas, y los políticos (mestizos) empezaron también a enriquecerse e incluso a relacionarse social y familiarmente con los criollos. Por su lado, los indígenas, en condiciones ínfimas de empleo, en su desesperación emigraron a las ciudades, y se instalaron en sus alrededores en cinturones de miseria cada vez más notorios. Al final del siglo XX los criollos posrevolucionarios todavía ocupaban la estratificación económica más alta en la pirámide social; por su parte, los mestizos constituían en su mayoría las clases medias y los indígenas urbanos (también del campo y de la selva) las clases bajas. El PRI, posrevolucionario, surgió en esas condiciones como un mecanismo político que ordenó la administración de los privilegios, y asignó institucionalmente a cada grupo humano (obreros, campesinos, empresarios) una posición especial de libertades que le permitieron transitar (según la clase social a la que pertenecían) por diferentes territorios. Cuando, a mediados de siglo, el equilibrio empezó a romperse entre las clases comenzaron a aparecer nuevos partidos que evolucionaron de forma paulatina hasta identificarse con la izquierda, el centro o la derecha, lo cual dependió del grupo humano al que afiliaban mayormente. Así, el PAN, no obstante, sus diferencias y excepciones, se identificó con empresas y profesionales de la clase media ilustrada, mientras los partidos de la izquierda se integraron a las huestes obreras y campesinas. PRIMERA DE DPS PARTES.