El hombre es un ser social por creación y por naturaleza, sin embargo esa cualidad no lo deja exento de entrar en conflicto con sus semejantes, siendo la causa de las controversias la desigualdad de virtudes y circunstancias entre cada uno de ellos, es así que unos perfeccionan más su persona humana que otros y por lo tanto se dan visiones superiores (elevadas) e inferiores (bajas) respecto de qué lograr en la presente vida.
La sociabilidad de la persona le demanda saber vivir en comunidad y de convertirse en ciudadano, lo cual requiere esfuerzo y disciplina intelectual y volitiva para lograrlo, en cambio, convertirse en un idiota resulta muy fácil. Enseguida veremos sus conceptos y definiciones.
El ciudadano, para Sócrates, es el individuo o persona que, desde el análisis de su propia interioridad y racionalidad, descubre la importancia moral del compromiso con la ciudad. El ciudadano ya no se compromete con su ciudad por pertenecer al grupo, o por el miedo a ser castigado, si no porque es algo moralmente adecuado y elevado.
Qué es el ciudadano para Aristóteles; respondía que "ser ciudadano" significaba ser titular de un poder público no limitado, permanente: ciudadano es aquel que participa de manera estable en el poder de decisión colectiva, en el poder político. Cómo define Platón al ciudadano; El ciudadano en general, es el que puede mandar y dejarse mandar, es en cada régimen distinto; Pero el mejor de todos es el que puede y decide dejarse mandar y mandar en orden a la vida acorde con la virtud.
Para Rousseau, más allá de un atributo ético o moral, la ciudadanía es un derecho imputable a todos los individuos que, de manera pasiva o activa, suscriben el contrato social.
Ciudadanía según la filosofía; El ejercicio de la ciudadanía está basado en la relación que el ser humano tiene consigo mismo como persona, con los demás en sociedad, con el medio en el que vive, y también con los valores inmateriales que podemos considerar como su espíritu.
Otra definición es; Ser ciudadano o ciudadana significa dos cosas: una, poseer un sentimiento de pertenencia a una comunidad política; otra, obtener un reconocimiento de esa comunidad política a la que se pertenece. La pertenencia y el reconocimiento a una comunidad tiene deberes y tiene derechos. Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes.
La formación de las y los ciudadanos es un proceso complejo que transcurre desde la infancia hasta la edad adulta. Este proceso, que consiste en la adquisición y modificación de creencias, actitudes, cultura, conocimientos, valores y virtudes se llama socialización y debe estar a cargo de los propios ciudadanos sin intervención del gobierno, ya que los gobiernos usan la educación como medio de control y sumisión de su pueblo, distorsionando la realidad por ende la verdad.
Es el turno del concepto de idiota; para empezar “idiota”, del griego idiotés, significaba en el contexto en el que comenzó a ser utilizada, la Grecia clásica, aquel que se desentiende de los asuntos de la comunidad, bien porque no participa de la política o bien porque, desinteresado, vela por sus propios intereses.
Tampoco tenía ninguna relación con la inteligencia de la persona a la que se refería. Se usaba para referirse a alguien promedio o un ciudadano privado, a diferencia de un erudito o alguien que actuaba en nombre del Estado u ocupaba un cargo público. Pero como los griegos valoraban mucho la participación cívica, reconociendo que sin ella la república colapsaba, se esperaba que todos los ciudadanos estuvieran interesados, y versados, “en los asuntos públicos”. O sea, que no fuera idiota.
Imagínese estimado lector un país que se dice democrático y del 100 por ciento de sus habitantes solo el 10 por ciento son ciudadanos y el resto idiotas, cree que haya real democracia o es una tiranía disfrazada que pone en peligro, la vida de la república.
Porque entre más idiotas tiene un país más vulnerable es, y sus enemigos externos e internos no batallarán para dominarlo y esclavizarlo.
Por eso mantenerse al margen de la vida pública era un signo de ignorancia, de falta de educación, de desinformación y de abandono del deber. Quien no contribuía en los debates, declaró Pericles, el gran estadista de Atenas, era considerado "no como falto de ambición sino como absolutamente inútil”.
Para solucionar los conflictos y contribuir al desarrollo y progreso del país no es necesario que los habitantes piensen igual, tengan iguales actitudes, la misma educación o vivan bajo las mismas circunstancias, lo que se requiere, solamente, es que piensen en común, es decir en el bien común, que se mantengan en constante perfeccionamiento intelectual y volitivo, para participar honesta y prudentemente en la vida política de su Municipio, Estado y Federación.
A continuación cito el Salmos 137:5-6 Biblia como un ejemplo de cómo los hombres y mujeres deben actuar en comunidad: ¡Si llego a olvidarte, Jerusalén, que se me seque la mano derecha! ¡Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de tí, si no te pongo, Jerusalén, por encima de mi propia alegría! (intereses).
La ciudadanía se ejerce desde la inteligencia y el corazón, respetando el Derecho Natural que acompaña a cada una de las personas humanas y las leyes de los hombres (Derecho Positivo) basadas y originadas en el propio Derecho Natural. Colaborando para que todos los miembros de la comunidad conozcan y ejerzan sus derechos y cumplan sus deberes, cultiven valores cívicos, rechacen la violencia, levanten la voz ante las injusticias y actos deshonestos, exijan, participen, sean solidarios y cuiden de la creación porque son bienes comunes. Ser un verdadero ciudadano es pensar en común, nunca en particular, pensar en común para el bien de todos y cada uno de los semejantes, no ser idiota pensando solamente en el bien particular, individual, como el egoísta, el envidioso, el acaparador; estimado lector le pido que en el salmo citado sustituya la palabra “Jerusalén” por Torreón, o por el nombre de la ciudad donde habita. Ese ejercicio le ayudará a comprender la importancia de velar por el bien del todo porque ahí está incluido el bien de la parte. Lector usted dice la última palabra.