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Tal cual reza el título de este artículo es como podemos definir los resultados de la elección del domingo 4 de junio pasado en que los coahuilenses salimos a votar para renovar al titular de la gubernatura y el congreso local. ¿Por qué malos números?, empecemos por el nivel de participación ciudadana, que en la elección constitucional local de 2017, fue de un 60.5%, participación que aun así resultaba baja en comparación con países en donde las últimas elecciones fueron de 90% en Uruguay, Bolivia con el 88%, Argentina con el 81% y Brasil con el 79%; pues bien, en estos comicios del domingo pasado, el nivel de participación cayó más de 4 puntos porcentuales al ubicarse en el 56%, por ello es que en el aspecto de la participación ciudadana experimentamos un retroceso que solo denota el hartazgo y hastío de la población, o tal vez la decepción con respecto a la clase política, puesto que realmente no había muchas opciones para elegir. El ganador representando al mismo grupo de amigos en el poder, una oposición totalmente fragmentada y sin rumbo claro que pudiera presentar un frente de batalla y una bandera de cambio que hiciera salir a votar a esa mitad de coahuilenses que nunca salen a votar. Malos números también para el PAN, que de obtener el 36% de la votación como oposición en 2017, es decir, más de 452 mil votos, cayó a poco más de 88 mil, por lo que estos números son realmente malos para un partido que claramente va en declive en Coahuila. Dato por demás interesante, del total de votación emitida, el candidato del PRI obtuvo el 56%, mientras que morena el 21%, PT 13% y UDC 6%; es decir, que no siquiera los tres opositores unidos hubieran podido derrotar al ganador de la elección. Ahora bien, los números también son malos, pues el próximo gobernador carecerá de legitimidad total en sus seis años de gobierno al tener en contra a 7 de cada 10 electores coahuilenses. Esta elección no tuvo realmente nada positivo en términos numéricos, las alianzas entregan 16 diputaciones de mayoría relativa al PRI y por lo menos cinco al resto de los aliancistas dejando a la oposición en una minoría que difícilmente podrá frenar a la aplanadora priista en el congreso del Estado con lo cual la pluralidad se ve realmente acotada, sobre todo cuando, insisto, tres de 10 fueron los que decidieron la composición del nuevo congreso con algunos miembros, por cierto, que se reeligen con un desempeño bastante cuestionable en su primer mandato, pero que saben que al final eso es lo de menos en una sociedad con poca alfabetización política. Esperemos que el nuevo gobierno cuide las finanzas y elabore una planeación estratégica destinada a engrandecer nuestro Estado sin comprometerlo financieramente de por vida y con ello cerrar el ciclo de los números malos con que inicia este nuevo gobierno en la elección constitucional del 4 de junio pasado.