La mejor columna política de La Laguna, por SinCensura.
La semana pasada, comenzaron los cierres de las campañas de los candidatos a la gubernatura de Coahuila, el aliancista Manolo Jiménez, hizo un sentido llamado a los coahuilenses a reflexionar su voto y seleccionar la mejor opción para garantizar el futuro de la entidad, lo que le valió positivos comentarios de los más diversos sectores.
El triunfo de Manolo Jiménez es inminente, las preferencias son muy claras. Los últimos sondeos apuntan a que se llevara la elección con una diferencia de entre 15% y 17% de los resultados a nivel estatal.
Para Armando Guadiana es imposible revertir esa tendencia. Va a llevar muy malas cuentas a la Ciudad de México; hay que buscar culpables para sacudirse la derrota, ahí está la plática por venir.
La visita de Claudia Sheinbaum a Coahuila, el fin de semana pasado, alborotó al gallinero. Hasta antes del fin de semana pasado, las dirigencias del PT y el PVEM habían mantenido un precario control entre sus bases.
Sin embargo, el llamado “a la unidad’’ que hizo la jefa de Gobierno de la Ciudad de México a favor de Armando Guadiana parece haber movido las estructuras de ambos partidos dentro de las cuales ha comenzado a llamarse al “voto útil’’ en favor del candidato morenista.
Por su parte, la Coordinación Nacional del Partido del Trabajo —PT— mandó un mensaje a Mario Delgado, dirigente de Morena, para decirle que si sabe contar no cuente con ellos y que su candidato, Ricardo “El Tigre” Mejía, no declinará para favorecer a Armando Guadiana.
Pero eso no quiere decir que el PT no vaya por la alianza con Morena para el 2024. Nos comentan que están puestos y hasta tienen su propio candidato presidencial, el diputado Gerardo Fernández Noroña, quien debe estar, según el partido, en la encuesta para elegir al candidato de la alianza oficialista.
Por otro lado, el candidato a la gubernatura del UDC-PVEM, Lenin Pérez Rivera, dejó en claro que tampoco no va a declinar a favor de Armando Guadiana ni por nadie. Lo anterior, luego de que el senador Manuel Velasco declaró que el partido pensaba declinar por Morena en la entidad: “Nunca hubo ni hay voluntad real en la política nacional para construir un bloque opositor en Coahuila y aquí estamos nosotros nuevamente, lo hicimos en el 2017 en una alianza intentando lograr la alternancia con responsabilidad”, recordó Lenin Pérez.
Como sea, ha difundido, el partido Movimiento Ciudadano —MC— resolvió no participar en las elecciones del Edomex y Coahuila. Que no hayan presentado candidatos no quiere decir que no participen.
A unos días de los comicios lanzaron una campaña para pedirles a los ciudadanos que no voten por el PRI: “Con el PRI ni a la esquina”, es el lema de la campaña. Dicen los que saben que la campaña no tiene como objetivo las elecciones del Edomex y Coahuila, sino que es parte de algo mucho más grande, la estrategia del MC para el 2024.
Puede que sea eso. Lo claro es que lanzar la campaña justo ahora es un gesto que se agradecerá en las casas de campaña de Delfina Gómez y Armando Guadiana.
La oposición no fue capaz ni siquiera de organizar arranques dignos, menos serán capaces de organizar la movilización de la jornada electoral. Cosa, que los operadores políticos de la “Alianza Ciudadana por la Seguridad” tienen más que calibrado para el día de la elección.
Ante las elecciones presidenciales, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, se había trazado la misión de llegar con 24 gobernadores afines.
Luego de un bienio de éxitos, principalmente a costa del PRI, el ex coordinador parlamentario insistía en acelerar la vaporización del octogenario partido con sendas derrotas, en Coahuila y el Estado de México.
Coahuila tiene 2.35 millones de ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores —mientras que la entidad mexiquense tiene casi seis veces más— y una importancia estratégica: el triunfo de Manolo Jiménez frenaría la expansión morenista y confirmaría que la región Centro-Norte del país no se ha contagiado de la Cuarta Transformación.
Salvo los estados de la península de Baja Californiana, Sonora y Tamaulipas, la frontera mexicana con Estados Unidos tiene gobiernos distintos a Morena y junto con el Bajío, son las zonas de la República exentas del predominio morenista.
A una semana de los comicios, las tendencias registran una amplia ventaja para el abanderado tricolor, quien sacaría dos dígitos al segundo lugar. De confirmarse tal escenario, Coahuila y Durango serían las únicas entidades con gobernador priista. Y los cuatro años de “Alito” Moreno al frente de la dirigencia del tricolor, cerrarían con 12 derrotas.
Hace seis años, PRI y PAN disputaron la gubernatura, en una lucha encarnizada que tuvo a Miguel Ángel Riquelme y José Guillermo Anaya. Esa disputa, entre laguneros, tuvo a los hermanos Moreira como trasfondo y acusaciones de compra y coacción de voto que junto con la caída del conteo rápido atrajeron dudas sobre la validez del resultado. La diferencia apenas rebasó 2.5% de la votación. Al paso del sexenio de Miguel Riquelme, el PAN quedó reducido a 10% del electorado.
Además de la gubernatura, el electorado coahuilense votará para renovar las 25 curules del Congreso Local. La fragmentación de la izquierda tendrá aquí su efecto más pernicioso pues podría materializarse un escenario de “carro completo” para el PRI y sus aliados. En un país democrático toda elección es una moneda en el aire: las urnas siempre nos deparan sorpresas.
Manolo Jiménez arrasa el próximo 4 de junio, tendrá mayoría en el próximo Congreso Local y, por lo tanto, el gobernador Miguel Riquelme, tomará mayor protagonismo en el tablero nacional priista.
Por más que lo intenten, con todo el apoyo económico, ideológico, mediático de las fuerzas ultraconservadoras, reaccionarias, enemigas del presidente Andrés Manuel López Obrador, incluida, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de Norma Piña, el partido Morena y sus aliados, el PT y PVEM, no sólo no será abatido por los partidos de la llamada alianza “Va por México”, de Claudio X. González, sino que se impondrá con creces con cualquier candidato o candidata con que se presente a la elección de 2024.
Los partidos de la derecha, encabezados por el PAN, de acuerdo con las encuestas y particularmente con la que presentó en su edición digital (de este lunes 22 de mayo) el periódico “El Universal”, están siendo arrastrados por las corrientes de aguas negras, que escurren en los caños del bajo mundo de la politiquería.
El partido fundado por Don Manuel Gómez Morín en 1939 para presentar un serio contrapeso al PRI de los revolucionarios jacobinos no representa a nadie. Desde hace tiempo se empriizó. E hizo de la corrupción su modus operandi y vivendi, como ocurre, por mencionar un caso, en Guanajuato, en donde bajo la mirada de Diego Sinhue Rodríguez, el gobernador, las huestes panistas pregonan el evangelio de Jesucristo, pero viven escandalosamente como los escribas y fariseos que crucificaron al nazaretano.
El PAN, en su naturaleza ultraconservadora, reaccionaria, integrista, hitleriana, yunquista, católica preconciliar, con la ausencia total, por muerte natural, de sus grandes pensadores, filósofos políticos del pasado, como Carlos Castillo Peraza, no le quita el sueño a nadie, mucho menos ahora que está mimetizado con el PRI, otrora su enemigo de clase.
El PRI reunió a sus perfiles actuales bajo el bastón de mando de “Alito” Moreno. Su líder es un priista con fama de corrupto y corruptor de sedicentes periodistas que tienen copados los grandes medios, sobre todo la televisión corporativa. “Alito” Moreno convocó a los priistas que ilusamente —se lo creen— quieren ser candidatos para la Presidencia de la República, pero que no tienen madera de políticos honestos, ni mucho menos de los presidenciables que exigen actualmente los mexicanos.
Todos ellos gente muy menor: la senadora Claudia Ruiz Massieu, la senadora Beatriz Paredes Rangel, el diputado federal Ildefonso Guajardo, el ex gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, hijo de uno de los más escandalosos bandidos del priismo hipócritamente revolucionario, así como el ex secretario de Turismo del peñato, Enrique de la Madrid.
En su torpeza intelectual, en su pobreza cultural y en su sinsentido estratégico, en su mística de corrupción, los priistas dejaron de creer y de magnificar al presidente de la república, aquel “primer priista de la nación” y ahora se han entregado a los designios de lo que dice y hace su “Alito”. Obviamente, son copartícipes de la corrupción de “Alito” Moreno.
De entre los tres no se logra una fuerza vigorosa, generosa, amplia, que se oponga seriamente al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador que, como se decía en la jerga política de antaño, vaya en caballo de hacienda para que su candidato, sea quien fuere, se imponga a los candidatos morenistas.
Da pena ajena en realidad, pero en el asunto de las elecciones del 2024, todo está escrito. Y de ir así el estado de cosas, no queda la menor duda de que el Plan C, planteado por Andrés Manuel López Obrador a los morenistas, tendrá efectos devastadores sobre la oposición y sobre las fuerzas ultraconservadoras como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyos integrantes serán electos democráticamente, como ocurría en los tiempos de la Reforma juarista. Y sea quien fuere el candidato triunfador de Morena para ganar la Presidencia de la República.
Ya lo dijo el veterano dirigente político Porfirio Muñoz Ledo vaticina el fin de Morena y el cacicazgo encabezado por su líder Andrés Manuel López Obrador.
¿La razón? Una serie de eventos relacionados con la sucesión adelantada que ha rebasado al presidente López Obrador.
Conocedor de las entrañas del sistema político mexicano, Muñoz Ledo dice que Morena primero se desgajará y luego se desmembrará.
El colapso del partido guinda, obedece al cacicazgo ejercido por un “cacique” de “origen bananero, por decirlo de alguna manera”. Los eventos han sido sucesivos: uno de los principales inconformes con el quehacer político de López Obrador, es el senador Ricardo Monreal Ávila.
Le sigue, Marcelo Ebrard, quien ha exigido piso parejo y denunciado la “cargada” a favor de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
A ello, se les sumó en estos días Gerardo Fernández Noroña, quien se quejó amargamente de haber sido excluido por el mandatario de la feria de las “corcholatas”.
Lo que recomienda a Marcelo Ebrard y a Ricardo Monreal, es crear una “Corriente Democrática”, como la que él construyó al lado de Cuauhtémoc Cárdenas en 1987.
La sucesión de eventos, convertidos en amenazas y debilidades de Morena y su líder, no es nueva, tiene un largo trecho avanzado.
Se suman las renuncias a su gabinete e integrantes de su primer círculo de Palacio Nacional.
El mayúsculo descalabro en las elecciones de 2021, cuando perdió la supremacía en la Cámara de Diputados para reformar la Constitución.
Pero además, perdió rotundamente el control en la Ciudad de México, en particular, el corazón de capital con la alcaldía Cuauhtémoc.
Sus históricos aliados el PT y PVEM abandonaron al candidato de Morena en Coahuila, Armando Guadiana.
Estos días el senador y exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco, fue destapado como candidato a la Presidencia para 2024.
Se trata de un importante número de sucesos que sumados, combinados y bien orquestados dinamitarán la 4T.
Todo lo anterior, sin considerar la eventual Alianza entre el PAN, PRI y PRD aglutinados en “Va Por México” rumbo al proceso federal electoral del próximo año.
Con seguridad, la puntilla de esa lanza será el resultado de los comicios del 4 de junio en el Estado de México y Coahuila.
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