El camino a la excelencia se integra de hábitos buenos (virtudes) que deben ser adquiridos por la persona que se propongan llevar su naturaleza y su vida a la plenitud temporal y trascendental.
El primer hábito es conocerse a sí mismo, porque difícilmente se puede mejorar o perfeccionar el ser que no se conoce, su funcionamiento y su finalidad intrínseca.
Antes de subirse al ring de la vida en comunidad (la sociedad) el hombre (ser humano, persona) debe ejecutar operaciones, hábitos, personalísima que lo hagan apto para actualizar su naturaleza y realizar aaciones para apropiarse de una segunda naturaleza por medio de las virtudes y que le dan fuerza a la voluntad para cumplir cabalmente su misión, es decir, tener plena consciencia de su ser y su finalidad, para así lograr su vida en plenitud.
Toda persona que desea cumplir adecuadamente con su actividad política en la comunidad, está obligada a llevar un proceso interno de formación (actualización de sus potencias que subyacen en su naturaleza), que lo disponga como un ser apto y con la actitud para colaborar en la implementación del Bien Común, que es finalidad de la actividad política.
La tarea inmediata de la persona humana es conocerse a sí mismo; En términos generales, bien puede decirse que hay dos concepciones sobre el hombre: El concepto científico particular y el concepto metafísico-teológico. La idea científica particular nos ofrece un concepto verificable en la experiencia sensorial, datos mensurables y observables en el hombre. Se trata de una idea fenomenalizada, sin referencia a una última realidad ontológica. El concepto metafísico-teológico del ser humano nos brinda, en cambio, lo que Maritain ha llamado “los caracteres esenciales e intrínsecos (aunque no sean visibles y tangibles) y la densidad inteligible de este ser que tiene por nombre: el hombre”. Es la idea griega (animal racional y digno en cuanto inteligente), judía (individuo libre en relación personal con Dios y conscientemente obediente de la ley divina) y cristiana (criatura caída y redimida con vocación sobrenatural y amorosa)”.
Sin menospreciar ninguno de los saberes . 1.- Saber empírico y vulgar; 2.- El saber de las ciencias naturales; 3.- El saber histórico; 4.- El saber filosófico y 5.- El saber Teológico”, por el saber filosófico-teológico conocemos –la idea filosófica-religiosa- que somos una substancia que está religada a la esencia divina y que es, en definitiva, lo que hace sustanciosa nuestra existencia, dándole su peculiar sabor y consistencia. Tenemos la certidumbre de ser enviados por Alguien que nos asignó una misión.
¿Qué le sucede a la persona humana que se conoce a sí misma?, en resumen: Tiene consciencia de su ser y su finalidad; Se reconoce autónoma, toma sus propias decisiones; Tiene el control de sus acciones y es el arquitecto de su propia vida.
¿Qué le sucede a la persona que no se conoce a sí misma?, le sucede lo siguiente: No tiene consciencia de sí mismo; está marcado por la incertidumbre y el riesgo; su vida está herida y dispersa; su naturaleza está empobrecida y es enemigo de sí mismo.
El ser racional (persona) me plantea dilemas; Nadie me ha pedido permiso para traerme a la vida. Los existencialistas de hace treinta o cuarenta años pensaban que esto era una especie de maldición: el arrojamiento a la existencia, el hecho de estar ya sin más en el mundo. Los humanistas entienden que se trata, más bien, de un Don: el regalo radical del propio ser. En todo caso, me han dado la vida, pero no me la han dado hecha. Me he de inventar mi propia vida y el drama que tengo como persona consiste en que esa vida la puedo lograr o malograr.
La gran y principalísima tarea es conocerme a sí mismo,: La plenitud de la vida lograda tampoco posee una Índole externa, como añadida desde fuera. No es que estemos ante un individuo afortunado, que ha ganado un concurso, Ie ha tocado un premio o se ha merecido cual probo ciudadano el honor de una condecoración. Su triunfo en la existencia, por llamarlo así, no se debe a la obediencia a alguna reglamentación caída de no se sabe dónde. Procede del ejercicio de su propia libertad (golpes de libertad), a cuya lógica interna se ha atenido activamente. Son mujeres y hombres que se han convertido en una tarea para sí mismos, que son autores de su vida, que no han cejado en la indagación encaminada a ir descifrando los enigmas de la existencia. Buscadores implacables, se lanzan a comprometerse en cuestiones culturales y sociales que les implican y trascienden. Estamos ante una interna riqueza libremente adquirida que potencia cada vez más las propias capacidades de perseguir bienes personalmente relevantes, de integrarlos en la propia vida y de afrontar las circunstancias adversas que a nadie faltan. Por cierto, no hay ninguna persona que esté como previamente señalada para fracasar en la vida, mientras que otras tuvieran en su frente la señal de las seleccionadas para el triunfo, no hay fatalismo ni predestinados.cada uno es el arquitecto de su vida. Usted lector dice la última palabra