Arrancamos… Los ilustrados hablaban de un hombre bueno por naturaleza y de que el gobierno de la razón sólo podía llevar a un buen futuro para todos. Uno de los ilustrados más célebres, Denis Diderot, resumió en esta frase su visión de la revolución: el hombre sólo será libre cuando el último rey sea colgado con las tripas del último sacerdote. No hay ahí nada de bondad intrínseca ni de racionalidad. Hay rencor y deseo de venganza contra los que hasta entonces estaban arriba. En una revolución siempre ganan los radicales, no puede ser de otra forma, y en ellos siempre hay rencor. En el caso de Francia eso se ejemplifica perfectamente en Robespierre, quien mandó guillotinar a casi veinte mil personas: primero al rey, luego a la nobleza y al clero, después a todo aquel que no estuviera de acuerdo con sus ideas. Toda revolución es ganada por radicales, toda revolución deviene en guerra civil, genera excesos de los nuevos poderosos... y también por eso suele provocar una reacción conservadora, un intento de volver a un estado anterior que de pronto se ve como más estable y menos violento. Robespierre y los jacobinos representaban lo que entonces era la izquierda política. De hecho, que ellos se sentaran del lado izquierdo en la Asamblea Nacional de Francia es el origen de los términos izquierda y derecha. Esa izquierda buscaba acabar completamente con la monarquía y cualquier vestigio que ésta dejara; pero cuando los de más abajo buscaron subir, cuando los descamisados buscaron su parte en la justicia social y los igualitarios buscaron su parte en la igualdad... cuando llegaron los de más a la izquierda, Robespierre no tuvo miramiento alguno al ordenar la represión total. Los de arriba miran con desprecio a los de abajo en el momento de la lucha de clases. Pero cuando los de abajo finalmente ganan, los de arriba siempre se han tornado mucho más negociadores, y los de abajo, triunfantes y triunfalistas, se han mostrado siempre proclives a imponer en vez de negociar. Por qué habría que negociar con los derrotados. Esa visión ha existido en toda revolución, y si es la que prevalece, el conflicto siempre volverá. En el caso de México, el proceso de independencia estuvo evidentemente cargado de rencor social; es el caso de la turba de Hidalgo y en menor medida el ejército de Morelos. El movimiento de Iturbide parece una revolución desde arriba, pero no es más que el otro extremo de la lucha de clases: el de arriba que busca no caer. La elite encabezó de pronto la causa libertaria, pero eso fue sólo porque en España se había impuesto una Constitución liberal que le quitaba sus privilegios a los privilegiados... entonces esos privilegiados en Nueva España decidieron desconocer dicha Constitución. El primer objetivo del movimiento de Iturbide, por lo menos de sus financiadores, era terminar con los restos de la insurgencia. Los de arriba no quieren tener nada que ver con los de abajo ni hacerles concesiones. Es así en toda revolución, pasó en la francesa y la soviética, y en cada proceso revolucionario de México: la elite criolla está contra los insurgentes, los conservadores aristócratas están contra los liberales, la cúpula militar porfirista está contra los rebeldes. Todo eso acumula violencia, venganzas y rencores, y cuando los de abajo suben, ellos tampoco hacen ningún tipo de, concesión. MI VERDAD.- Todo proceso revolucionario es una lucha de clases.