Consultor y Analista internacional
en Seguridad Pública, Inteligencia y Defensa.
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Los sustos que he pasado en los recientes días por los sismos no se comparan con el terror que siento al ver la grave amenaza que representa para la paz mundial la decisión de Vladimir Putin, quien anunció durante un discurso televisado, la movilización de 300 mil reservistas del ejército por territorio ruso y amenazó con utilizar armamento nuclear en Ucrania lo cual no incurría desde la Segunda Guerra Mundial. La movilización será de 300 mil reservistas con experiencia de combate o con especialidades militares. El mensaje ocurrió después de que las regiones controladas por Moscú en el este y el sur de Ucrania anunciaran sus planes para celebrar referendos sobre su integración en Rusia. Putin acusó que el objetivo de Occidente es debilitar, dividir y destruir finalmente a Rusia. El mandatario ruso, incluso, amenazó con utilizar armamento nuclear. “Cuando la integridad territorial de nuestro país se vea amenazada, para proteger a Rusia y a nuestro pueblo, utilizaremos sin duda todos los medios a nuestra disposición”. La oposición en Moscú ya se pronunció y convocó a una serie de protestas. Alexéi Navalny, principal detractor de Putin, aseguró que el mandatario estaba enviando a los rusos a la muerte por una guerra fallida. El despliegue parcial de reservistas, está previsto que comience el miércoles, un hecho que abre la vía a una escalada en el conflicto en Ucrania. Una cosa que siempre se le ha dado bien a Rusia es acumular territorio. Alguien calculó que, entre alrededor de 1450, cuando el Gran Ducado de Moscovia se hizo con el poder, y la desaparición del Imperio Ruso en 1917, se expandió a un ritmo medio de tres kilómetros cuadrados por hora. La Primera Guerra Mundial puso fin al imperio. Lenin denunció el imperialismo ruso, declarando el principio de autodeterminación nacional. Algunas naciones del borde occidental del imperio se separaron, pero el Ejército Rojo devolvió a Ucrania, Transcaucasia y Asia Central al redil. Los bolcheviques unieron el afán expansionista de Rusia a su ideología milenaria, desarrollando una versión del acaparamiento de tierras basada en una afirmación supuestamente científica del inevitable triunfo mundial del comunismo. Los militares soviéticos disponían del mejor equipamiento y de la mejor mano de obra, así como de tecnología y ciencia avanzadas. Los empleos militares estaban bien pagados y atraían a los mejores graduados. Alrededor del 15-20% del PIB soviético se dedicó al complejo militar-industrial, y la proporción real fue probablemente mayor ya que parte de la producción civil también sirvió a las necesidades del Ministerio de Defensa y sus organismos. Pero tras años de implacable propaganda, los rusos siguen viendo a su país como una superpotencia militar. Y de repente no puede derrotar a Ucrania, a la que, en su arrogancia imperial, siempre han tratado con desdén y les han enseñado a considerar un Estado fallido. Ante esta inquietante desconexión, los derechistas patrioteros, que solían aplaudir, han cambiado su tono. Quieren una movilización nacional, un conjunto de decretos de emergencia en tiempos de guerra y una economía en pie de guerra. Exigen bombardeos en Kiev, Lviv y otras ciudades, y la aniquilación de infraestructuras civiles como centrales eléctricas, líneas de ferrocarril, puentes y presas en toda Ucrania. Algunos piden incluso la voladura de centrales nucleares y el uso de armas nucleares tácticas. Todo lo que no sea eso sería cobardía o traición. Rusia perderá la guerra contra Ucrania y esta es la razón: Una mayor escalada de la guerra, y más crímenes de guerra por parte de Rusia, sólo traerá más armas y más avanzadas a Ucrania. Las cosas van a empeorar aún más para los soldados de Vladimir Putin, y las luchas internas en la sociedad rusa se intensificarán con cada nueva derrota. Al tiempo…