Consultor y Analista internacional
en Seguridad Pública,
Inteligencia y Defensa.
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Hace dos décadas recibí capacitación en protección de funcionarios en la Ciudad de Kent muy cerca de Londres donde conocí a varios elementos de la Guardia Real quienes en todo momento reflejaron la lealtad y profundo respeto hacia la recién fallecida reina Isabel II. Fue en esa ocasión cuando conocí el protocolo que se debía seguir al momento de su muerte. El mensaje que debía emitir el secretario privado de la Reina era "London Bridge ha caído": código de la muerte de Isabel II. Cuando su padre Jorge VI murió en febrero de 1952, el código había sido "Hyde Park Corner". Algunas decisiones críticas relacionadas con el plan fueron tomadas por la propia reina, mientras que otras las tomó su sucesor, su hijo mayor, el sucesor inmediato a la corona y actual rey Carlos III. Su planificación fue diseñada en la década de 1960, siendo actualizado sucesivamente hasta la década de 2020. La sucesión real en el Reino Unido se produce inmediatamente después de la muerte del monarca reinante, aunque la proclamación formal del saliente príncipe de Gales, Carlos, como rey Carlos III no se produjo hasta el 10 de septiembre de 2022. Ese día, el Consejo de Accesión se reunió en el Palacio de St. James en Londres. La línea de sucesión es idéntica en todos los reinos de la Mancomunidad de Naciones, aunque el título real proclamado no es el mismo en todos ellos. Como príncipe, Carlos usó exenciones de impuestos, cuentas en el extranjero y astutas inversiones inmobiliarias para convertir un legado estático en un negocio de miles de millones de dólares. Hoy en día es propietario del histórico campo de cricket conocido como The Oval, exuberantes tierras de cultivo en el sur de Inglaterra, propiedades vacacionales junto al mar, oficinas en Londres y el depósito de un supermercado suburbano. La cartera de bienes raíces de alrededor de 52.000 hectáreas es casi del tamaño de Chicago y genera millones de dólares al año en ingresos por alquiler. El nuevo monarca está obligado a prestar juramento para preservar la seguridad de la Iglesia de Escocia en su ascenso. En Escocia existe una división de poderes entre la Iglesia y el Estado, cada uno supremo en su propia esfera. La Iglesia se gobierna a sí misma en todo lo que concierne a sus propias actividades. Su autoridad suprema es la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, presidida por un moderador elegido cada año por la propia Asamblea. Este juramento ha sido proclamado por todos los monarcas durante su ascensión, desde Jorge I en 1714. El rey firmó dos documentos del juramento para registrarlo, con la reina consorte y el príncipe de Gales entre los testigos de su firma. En los últimos 900 años la coronación se ha celebrado en la abadía de Westminster. Guillermo el conquistador fue el primer monarca en ser coronado allí y Carlos III será el número 40. Se trata de un servicio religioso anglicano, oficiado por el arzobispo de Canterbury. En el momento cumbre de la ceremonia, el arzobispo colocará la corona de San Eduardo sobre la cabeza de Carlos, una pieza de oro sólido que data de 1661. La corona es la pieza principal de las Joyas de la Corona en la Torre de Londres y solo la usa el monarca en el momento de la coronación (especialmente por su peso de 2,23 kg). A diferencia de las bodas reales, la coronación es un evento de Estado, y el gobierno paga por esta y, en última instancia, decide la lista de invitados. Habrá música, lecturas y el ritual de unción del nuevo monarca, utilizando aceite de naranja, rosas, canela, almizcle y ámbar gris. Durante esta ceremonia recibirá el orbe y el cetro como símbolos de su nuevo papel y el arzobispo de Canterbury colocará la sólida corona de oro sobre su cabeza. El nuevo rey realizará el juramento de coronación frente a un mundo expectante que jamás va a olvidar y quizás a perdonar lo sucedido con la princesa Diana. Al tiempo…