La historia se repite… Como cada año, en temporada de lluvias y huracanes que inicia el 15 de mayo y concluye el 15 de noviembre, las consecuencias se dejan sentir en la Comarca Lagunera, principalmente con la creciente del Río Aguanaval, que nace en la presa Cazaderos del Estado de Zacatecas y desemboca en las llanuras del área norte de la cabecera de Viesca, en el sector conocido como las Salinas.
Este año, no fue la excepción, la historia se repite muy a pesar de la prolongada “sequía” que se ha presentado en muchos estados de la república mexicana y el mundo; hoy, como ya es costumbre y cíclico, los alcaldes en turno de Matamoros, Viesca y Torreón, se enfrentan a las crecientes que, por su magnitud, ponen en riesgo a las familias, no solo en lo físico sino en el aspecto material, teniendo el apoyo del Gobierno del Estado de Coahuila, porque el Federal, brilla por su ausencia.
Los huracanes que se presentan en la costa del Pacífico, ante su cercanía con los estados de Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Baja California Sur, normalmente causan estragos con sus vecinos de Zacatecas, Durango, Coahuila, Chihuahua, con lluvias de intensas a moderadas, pero que de algo sirven como paliativo para combatir la sequía, donde, también, ayuda sobre todo a los llamados sembradores temporaleros a tener buenas cosechas.
Desde hace varios días, los alcaldes de Matamoros, Miguel Ángel Ramírez López y el de Viesca, Hilario Escobedo de la Paz, acompañados de sus colaboradores, pero auxiliados por Protección Civil del Estado, Ejército Mexicano, Bomberos, corporaciones policíacas y brigadas de voluntarios, iniciaron acciones para actuar en forma preventiva ante la llegada de un volumen en el cauce del Aguanaval, que sobrepasa los 400 metros cúbicos por segundo, cantidad que representa serios riesgos ante lo azolvado de su lecho que, allá por los ochentas, soportaba hasta los casi mil metros cúbicos por segundo.
Recordemos aquellas grandes inundaciones que forman parte de la historia lagunera, como la ocurrida en el año de 1968, cuando el agua llegó hasta la zona norte del área urbana de Viesca, destruyendo prácticamente el Villa de Bilbao, el cual, fue reconstruido con un programa de apoyo de material que permitió edificar todas las casas con block. Acordémonos que, en aquellos años, fue cuando perdiera la vida el pelotero viesquense, Celso Escobedo, quien desafió la creciente nadando en la Vega de Quintana, para ir a conocer a su hija que acababa de nacer. Días después, su cuerpo fue localizado en las Salinas.
Otras catástrofes quedan insertadas en la historia de la Comarca Lagunera, cuando la creciente del Aguanaval, una madrugada sorprendió a las familias del ejido Reynosa en el municipio de Viesca, destruyendo todo a su paso; las familias, como pudieron, lograron ponerse a salvo y la comunidad, poco tiempo después, fue reubicada a unos dos kilómetros de la carretera libre a Saltillo, pero ahora con el nombre de Nuevo Reynosa, pueblo que este 2022 también, no obstante su altura, en riesgo de que el agua entrara nuevamente.
Petronilas o las Petras, pero del municipio de Matamoros, es otra comunidad que, en no pocas ocasiones, ha enfrentado la fuerza del río, aunque debido a que está rodeado por un bordo de protección, las familias han tenido que ser evacuadas hacia los albergues que son abiertos en instituciones educativas, sostenidas por los gobiernos municipales con apoyo del Gobierno de Coahuila. Los niños, adultos mayores y mujeres, a pesar de su renuencia a dejar sus muebles, acceden y en el ejido se quedan los hombres para proteger su patrimonio y evitar actos de rapiña.
En estos días de creciente del Aguanaval, las primeras familias evacuadas fueron las de los ejidos Flor de Mayo, San Pedrito y La Barca, pues la fuerza del agua, con sus aproximadamente 400 metros cúbicos por segundo, eran riesgo latente, dado lo azolvado del lecho. Allá por los años setentas, estas comunidades sufrieron los embates de la creciente y tuvieron que ser reconstruidos.
En la administración de Fernando Castañeda Limones, al inicio de este siglo, Congregación Hidalgo también sus familias se enfrentaron a la corriente, el río salió de su cauce y un 70 por ciento de este histórico poblado quedó bajo el agua, incluso, sus pobladores, días después, bloquearon la carretera libre a la altura del entronque, para exigir apoyo del gobierno. El entonces gobernador Enrique Martínez, hasta un puente prometió en la carretera, pero sólo quedó en eso, en promesa.
Hoy, septiembre del año 2022, la historia se repite, las mismas acciones de evacuación de ejidos, el reforzamiento de bordos, desvío de agua por canales, maquinaria pesada, albergues provisionales, brigadas de apoyo, intervención del Ejército, de los alcaldes en turno, gente de Protección Civil, helicópteros realizando sobrevuelos, policías en rondines; Empero, con la gran diferencia de que el lecho del Río Aguanaval ya no soporta hasta ochocientos o mil metros cúbicos por segundo, sino que tan sólo 400 metros cúbicos por segundo, ya son un verdadero peligro para las familias y comunidades.