Torreon, Coah.
Edición:
14-Oct-2024
Año
21
Número:
922
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MI VERDAD / 834


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Por:
Agente 57
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04-09-2022
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Edición:
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Arrancamos… En los primeros treinta años de vida independiente, el conflicto eterno de México, como ya se ha dicho, fue entre conservadores en el poder y liberales que aspiraban a él. Cada facción se justificaba en la historia y para ello celebraban determinados acontecimientos y denostaban, otros, encumbraban a determinados personajes y mancillaban a otro. Esto nunca ha dejado de ser así. En México los liberales se hicieron del poder, y toda la visión y versión de la historia que sostuvieron giraba en torno a legitimarlos a ellos, y dado que en general los cambios de régimen requieren de violencia, guerra y asesinato, es menester crear una versión histórica que justifique la matanza y los excesos. Eso siempre se logra resaltando y exagerando la oscuridad del régimen caído y las luces del que ha tomado el poder. Esto es en México y en el mundo. La guerra comenzó en México en 1810, con el llamado a las armas del cura Hidalgo, no se detuvo con la firma de la Independencia en 1821 y continuó en diversas etapas y con distintos pretextos a lo largo de todo el siglo XIX, hasta la llegada de don Porfirio, que impuso el orden, mas no la paz. La estabilidad generada por un sistema personal que se prolonga más de tres décadas permitió que por vez primera se buscara una narrativa histórica que lograra generar una cultura unificada, una identidad nacional que nos diera cohesión. Dicho esfuerzo académico e intelectual, encabezado desde el gobierno, se manifestó en la primera magna obra de historia nacional: México a través de los siglos, donde evidentemente, toda la narrativa justifica la dictadura porfirista como la culminación pacífica y gloriosa de la penosa y violenta construcción de un país a lo largo del siglo XIX. Como dato interesante cabe resaltar que es la narrativa porfirista de la historia la que encumbra, glorifica e incluso endiosa a Benito Juárez. La caída del viejo dictador y la ausencia de su puño de hierro despertó al tigre, según su propio vaticinio, y México se envolvió en dos décadas de guerra civil de la cual eventualmente surgió un grupo que tomó el poder. Dicho grupo construyó una narrativa histórica que convirtió la guerra civil en revolución y hasta nos obligó a escribirla con mayúscula la dotó a posteriori de una ideología y convirtió el partido emanado de la Revolución en el garante de los grandes valores y principios de esa imaginaria revolución que sólo existe en la narrativa. El partido quedó finalmente establecido y encumbrado en 1934 con la persona de Lázaro Cárdenas y con la estabilidad política que comenzó a proporcionar el nuevo régimen; nuevamente se comenzó a construir, con académicos, intelectuales y artistas, una nueva narrativa. El PRI construyó la narrativa histórica del México moderno, y con ello estructuró la mente colectiva del mexicano. Nos dotó de una mitología —porque eso es cada historia nacional- y fue así como moldeó gran parte del inconsciente popular, por eso el pueblo mexicano tiene esa neurótica relación de codependencia con el PRI, por eso extraña sus viejos modos, y quizá por eso votó por un grupo formado por priistas, con maneras y estrategias priistas, con la visión priista de la política y que, aunque no se llama PRI, ofrece básicamente lo mismo. MI VERDAD. - Es fundamental comprender el gran valor de una mitología.

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