Nos hacen ver que desde Coahuila, la tierra de Carranza y Madero, históricamente, ha sido un estado gobernado por el PRI, pues no ha existido la alternancia. Administra la mayoría de los municipios y el Congreso local, donde tiene la mayoría parlamentaria —contrario a lo que ocurre en el Estado de México— ese es el escenario en el que se acerca Morena en busca de arrebatarle el poder.
Durante la inauguración de la IV Reunión Plenaria de Legisladores del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, en Saltillo, el gobernador Miguel Riquelme lanzó un mensaje encriptado a sus grupos territoriales, al asegurar que en Coahuila, no se acepta ningún cargo público ni embajada, como el resto de los gobernadores priístas.
Contrario, a lo ocurrido en 2021 con Quirino Ordaz, en Sinaloa; Claudia Pavlovich, en Sonora, y Carlos Aysa, en Campeche, hoy todos embajadores o cónsules.
Hay que destacar que las bases del Revolucionario Institucional guardan el orden y la disciplina en torno al gobernador Miguel Riquelme. En las elecciones locales de 2021, aun cuando el PRI logró quedarse con 25 municipios, concentrando 531 mil 931 votos, Morena alcanzó 406 mil 852 votos.
Coahuila tiene una población de 3 millones 146 mil 771 habitantes; es el estado número 15 entre las entidades más pobladas del país y está integrado por 38 municipios. Los de mayor población son Saltillo, con 879 mil 958 habitantes; Torreón, con 720 mil 848, y Monclova, con 237 mil 951.
Coahuila tiene 12 diputaciones federales en el Congreso de la Unión —vía mayoría relativa y representación proporcional—, de las cuales, la distribución de curules es así: 8 por el PRI; 2 por Morena; 1 por el PAN, y 1 por el PT. En las elecciones locales, Morena obtuvo cuatro espacios, todos otorgados por representación proporcional, lo que significa menos de una quinta parte de las curules.
El Congreso local de la entidad está compuesto por 25 diputadas y diputados, de los cuales 16 fueron elegidos por mayoría relativa y 9 por representación proporcional. Durante las elecciones locales de 2020, el PRI logró colocarse como la primera fuerza política, ganando los 16 distritos electorales.
Mientras los propios priístas dudan de su triunfo en el Estado de México, en Coahuila confían en que ganarán. Inicialmente, por la relación que Alfredo del Mazo y Miguel Riquelme tienen con el Gobierno Federal. Mientras con el primero es de miel sobre hojuelas, con el otro es de abierta confrontación y esto les da confianza a los tricolores de que no entregará la plaza y peleará para conservar su hegemonía.
Dicha confrontación se elevó cuando el gobernador Miguel Riquelme llamó a los priístas “a no participar en la farsa de la consulta de revocación de mandato”. Ningún otro mandatario se atrevió a desafiar el ejercicio ciudadano. También en el accidente que mantiene atrapados a 10 mineros en el municipio de Sabinas. El gobernador Miguel Riquelme culpó a Manuel Bartlett Díaz, el Director de la CFE, por la grandiosa idea de darles más carbón a los productores más pequeños y menos a los productores más grandes, sin la seguridad necesaria para cuidar de la vida de los trabajadores. Por otro lado, Miguel Riquelme, es el gobernador que sigue a un mayor número de tuiteros, sin embargo, es el único que no sigue al presidente López Obrador.
La confianza que tiene el PRI en su triunfo es tal, que tiene la estructura electoral más poderosa a escala nacional, que a partir del gobierno de Humberto Moreira (2005-2011) se le dotó de recursos y con la alianza con el SNTE, se logró formar un ejército invencible, el cual, se afirma, ha tenido continuidad en los gobiernos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme.
Sin esa maquinaria, Rogelio Montemayor ganó la elección en 1993 con 62% de los votos. Enrique Martínez y Martínez lo hizo con 59%. Humberto Moreira lo logró con 55%. Rubén Moreira alcanzó 60% y Miguel Riquelme —ya con el ejército invencible— ganó con 39% frente a 36.5% del panista Guillermo Anaya, compadre de Felipe Calderón. La diferencia fue de 2.50%, además, que se peleó en tribunales.
Se suma que el PRI de Coahuila lleva cuatro elecciones a senador, ha perdido tres contra el PAN y una contra Morena; sólo ha logrado meter al senador de primera minoría.
En otra encuesta, la de “C&E Research” del mes de agosto, la eventual coalición de Morena aventaja por 7 puntos a la hipotética del PRI y PAN; una más, también reciente, de “MetricsMX” publicada por SDP Noticias, proyecta una ventaja significativa de al menos 10 puntos de diferencia, en los careos, de los más probables candidatos de Morena, por encima del probable candidato del PRI-PAN. La de “Mitofsky”, le dan el triunfo a la coalición “Va por México” con un 40% de la intención de voto, contra un 38% de Morena, solo 2% de diferencia a la oposición. Aquí, es muy importante no soslayar el factor “indecisos”, pues, en Durango, de acuerdo a las encuestas, Morena iba a arrasar, pero los indecisos, que llegaban al 15 y hasta al 20 %, se fueron a la Alianza “Va por México”, y ya conocen los resultados.
De igual manera, sobresale el contraste en los niveles de aceptación entre el gobernador Miguel Riquelme y el presidente López Obrador; el primero con un claro desgaste en su gestión, mientras que el mandatario está bien calificado, al llegar a más de 70 puntos de popularidad entre los coahuilenses.
Veamos otro factor más, en las pasadas elecciones, el gobernador Miguel Riquelme ganó la elección en el 2017 por apenas 30 mil 860 votos de diferencia, en la última elección para el Senado, en 2018, la coalición morenista superó a la priista por 51 mil 14 votos, si bien, son elecciones distintas y en otras coyunturas, ello nos describe que, desde hace tiempo, se ha vuelto muy competido entre las distintas fuerzas políticas.
En cuanto a los candidatos, se da casi como un hecho que el PRI postulará a Manolo Jiménez Salinas, Secretario de Inclusión y Desarrollo Social, y considerado por muchos como el delfín del gobernador Miguel Riquelme; por otra parte, en Morena, la candidatura se apunta para el Subsecretario de Seguridad Pública del Gobierno de la República, Ricardo Mejía Berdeja.
El Partido del Trabajo, reunió en Saltillo, la estructura interna para apoyar a Ricardo Mejía Berdeja como aspirante a Coordinador de Defensa de los Comités de la Cuarta Transformación.
Nuestro electorado ha demostrado, una y otra vez, que premia o castiga a sus gobernantes en función de sus resultados; en ese sentido, valdrá la pena dar seguimiento al veredicto de las y los votantes en Coahuila.
Hace apenas unos días, causó gran sorpresa la renuncia al PRI del diputado federal Shamir Fernández, quien tiene un liderazgo relevante en Torreón, lo que es una muestra más del desgaste que sigue experimentando la marca PRI.
El diputado federal Shamir Fernández Hernández, a través de una conferencia de prensa —tras 25 años de militancia— renuncio de manera irrevocable al Partido Revolucionario Institucional y por ende del Grupo Parlamentario que pertenecía en la Cámara de Diputados.
Al respecto, hay versiones encontradas en el círculo rojo —político— de La Laguna, algunos aseguran que la militancia no es eterna, y que el PRI traicionó a su militancia al venderse con el PAN y PRD para crear la coalición —entidad política— “Va por México” para evitar desaparecer del mapa político. Sin duda, reconocen el valor de Shamir Fernández al renunciar, cosa que no hizo ningún otro precandidato.
Esta semana, Shamir Fernández, formalizo su incorporación al Grupo Parlamentario de Movimiento de Regeneración Nacional, donde se sumó a los trabajos de la Tercer Reunión Plenaria Morenista. Por lo pronto, es un voto más que tendrán para la Reforma Electoral y Guardia Nacional. Se dice que iniciaron a correrse apuestas de cuántos y de qué grupos parlamentarios comenzarán a practicar el famoso chapulineo en San Lázaro.
Ante la ausencia de diputados locales y federales morenistas en Coahuila, la llegada de Shamir Fernández a Morena, lo perfila como el “vocero natural” de la Cuarta Transformación en Torreón y La Laguna. Se dice que será el “alfil” —del ajedrez político— de Ricardo Mejía Berdeja, su principal tarea se concentrará en organizar la estructura morenista del 2023.
Pero no fue la única sorpresa, nos comentan que mientras “Alito” Moreno se encontraba de compras en las tiendas departamentales de Saltillo, en los teléfonos celulares de las diputadas y diputados federales comenzaron a timbran las alertas de WhatsApp con el “pack” —fotografías eróticas— de una diputada presente, situación que les arruino la comida.
Recordemos que la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, anteriormente, lo había señalado como un “hombre asqueroso” tras el cateo a una propiedad de “Alito” Moreno, donde se localizó un teléfono celular que contaba con los “packs” que diputadas enviaron a su dirigente.
“Alito” Moreno no genera consensos al interior del PRI; al contrario, es el campeón de la discrepancia, que antecede al rompimiento.
Quedó claro durante la IV Reunión Plenaria de Senadores, en Mérida, donde la mitad de la bancada se salió del reciento cuando “Alito” Moreno estaba por hacer uso de la palabra. La otra mitad se quedó, pero el desencanto ya había cundido y parecía más bien un funeral que una reunión para la establecer la agenda legislativa.
“Alito” Moreno trae pleito con Miguel Osorio Chong, se sabe, pero hay otros senadores de peso, como Eruviel Ávila y Claudia Ruiz Massieu que también mostraron su rechazo. Lo más difícil para el PRI está por venir. No se ha visto nada todavía.
Nos dicen que desde el Palacio Nacional, se afinan los últimos detalles para que “Alito” Moreno pase la navidad desde prisión: acumula 16 denuncias penales, en todas, solicitan su desafuero. Ahora todo depende de que la Cámara de Diputados —vía la Sección Instructora de la Comisión Jurisdiccional— analice y corrobore los elementos de prueba que presentó la Fiscalía General de Justicia del Estado de Campeche, y se configure que en efecto cometió los delitos que le achacan, para retirarle el fuero y ponerlo a disposición de un juez, que determinará si es procesado por enriquecimiento ilícito, peculado, uso indebido de facultades, defraudación fiscal y lavado de dinero.
Nos comentan que la desconfianza gana terreno entre los partidos —PAN, PRI y PRD— de la alianza “Va por México” de cara a las elecciones en el Estado de México en el 2023. Mala señal. A nivel votantes, la entidad es la joya de la corona, 12 millones en el padrón. El resultado de esa elección es de vital importancia para la coalición en las presidenciales de 2024.
Destacados panistas y perredistas, han confirmado sus dudas y sospechas respecto al gobernador Alfredo del Mazo, quien tiene buena relación con el presidente López Obrador, existe temor que entregue la plaza.
Para despejar dudas, azules y amarillos piden que se legisle ya en el Congreso mexiquense una ley sobre gobiernos de coalición en el estado.
Otro inconveniente que enfrenta la coalición mexiquense es el método para elegir al candidato a gobernador. PAN y PRD quieren que se replique el llamado método Durango, que llevó al priista Esteban Villegas a mandar en esa entidad. Éste consiste en designar candidato al aspirante, del partido que sea, que tenga por lo menos cinco puntos de diferencia en las mediciones sobre los otros dos.
Una encuesta realizada hace dos semanas habla de un “empate técnico” entre la morenista Delfina Gómez y las priistas Alejandra del Moral y Ana Lilia Herrera. El panista Enrique Vargas del Villar, es la única carta de ese partido en la entidad. Si la coalición no va unida y se impone la desconfianza, el triunfo lo tiene asegurado Morena.
Acción Nacional tampoco contribuye a restablecer la confianza. Ya organizó un acto masivo para presentar a Enrique Vargas como su carta única para las elecciones. El tono del evento permite dudar si los azules permanecerán en la coalición mexiquense, si Vargas no es el elegido.
La posibilidad de que se concrete la coalición mexiquense “Va por México” es cada día más pequeña. Para cuando lleguen los tiempos, digamos dentro de un mes, los panistas ya no meterán reversa. No sacarán de la jugada a su aspirante Enrique Vargas, para abrirle paso a la que resulte candidata priista.
De modo que en la boleta mexiquense del 2023 puede haber cuatro o cinco candidatos, lo que constituye un escenario en el que casi nadie había pensado.
Pero el problema con la coalición del PRI y del PAN no es sólo de tiempos y de formatos. Es, sobre todo, de fondo. Y eso importa de cara a la elección de 2024.
Si el Estado de México es un laboratorio de la elección presidencial, hoy podemos dar por descontado que Morena va a las elecciones de dentro de dos años en caballo de hacienda, mientras la oposición simplemente no atina el método para decidir quién irá en la silla y con las riendas, y quién en ancas.
A esa falta de definición de método hay que sumarle un contexto absolutamente adverso a las ofertas políticas que eventualmente formulen PRI y PAN.
La semana pasada inició una etapa más, y una muy vistosa, del juicio al pasado. La detención de Jesús Murillo Karam, un priista clásico como pocos y uno completamente identificado con Enrique Peña Nieto, carbura la maquinaria lanzada por López Obrador para desfondar al Revolucionario Institucional. Hoy el PRI tiene tantos frentes abiertos que aplica aquello de no ver lo duro sino lo tupido.
Rosario Robles Berlanga salió el viernes de la cárcel pero el proceso por la “estafa maestra” no está concluido. El expresidente Enrique Peña Nieto enfrenta la posibilidad de que pronto la Fiscalía General de la República le judicialice una carpeta. Emilio Lozoya sigue ofreciendo embarrar a su exjefe Luis Videgaray. Y en ésas estábamos cuando llegó el caso Ayotzinapa a empinar más al peñismo, sus priistas, sus policías, soldados y marinos.
Retomando la tragedia de la mina “El Pinabete” en el municipio de Sabinas, Coahuila. Se ventilo un dato interno de CFE. El dato es muy triste, pero circula entre directivos y contratistas, quienes lo mantienen en secreto, los mineros atrapados murieron ahogados casi al instante del accidente.
Pese a todo, en el gobierno se mantiene el silencio —si es para utilizar la muerte masiva con fines políticos y aun electorales, nunca lo sabremos— pero se da esperanzas a los familiares en el rescate.
Dadas las circunstancias, sucederá como en “Pasta de Conchos”, cuando fracasaron los gobiernos de Vicente Fox y Humberto Moreira para salvar a 65 mineros fallecidos en una explosión de gas metano.
En su sexenio, Humberto Moreira, fundó la Promotora para el Desarrollo Minero (PRODEMI), destinada a impulsar esa industria y favorecer a los obreros. Aparte de cuestionamientos sobre el manejo de fondos, PRODEMI operó hasta comienzos del sexenio de Miguel Riquelme, cuando se suspendió la importación de carbón y se orilló a la CFE a usar combustóleo de alto azufre y diésel.
Si esto derivó en laxitud de disposiciones, cobertura y supervisión, corresponde investigarlo y deslindar responsabilidades a las autoridades ministeriales. Hoy hay 10 muertos más, que, según autoridades de Protección Civil, tardaran casi un año en rescatar los cuerpos sepultados en las galerías de los pozos en la mina de carbón.
Nos dicen que la tragedia en la mina “El Pinabete” ha tenido como una de sus consecuencias la necesidad de verter poco más de 700 mil metros cúbicos de agua contaminada al río Sabinas —equivalente a llenar 300 albercas olímpicas— situación que se ha omitido reportar en los informes diarios que proporcionan las autoridades. De ahí que habitantes de la comunidad de Agujita en el municipio de Sabinas, han externado ya su preocupación debido a que el afluente representa una parte importante en sus actividades ganaderas y tras el desahogo del agua extraída de la mina, el río presenta mal olor debido a los altos niveles de azufre y carbón, lo cual representa un daño medioambiental al ecosistema de la región Carbonífera.
PREGUNTILLA: ¿Los trabajadores sindicalizados de la Universidad Autónoma de Coahuila, permitirán que el Rector les imponga al nuevo dirigente sindical de nombre Rubén Favela Torres, de la Preparatoria Venustiano Carranza, de la Unidad Torreón? ¡Ah! ¿Y que también adelante la fecha del cambio de dirigente? Es pregunta, que conste.
Nos leemos en la próxima… ¡no olvides compartirla!