POR: AGENTE 57
Arrancamos… ANTROPOCENTRISMO. El animal soberbio. - Más de 2 mil años de tradición occidental de creernos la cúspide de la existencia en la que el hombre es amo y señor de la naturaleza, en la que el universo gira en torno a nosotros y sólo el hombre es bello, bueno y virtuoso. Ahora se busca una salida a las crisis que hemos provocado, cuando se cae el teatro del autoengaño. Es tiempo de que el ser humano despierte. El antropocentrismo es aquella postura, aquel engaño, en el que el ser humano se piensa a sí mismo como la culminación triunfal de la existencia, la pieza más importante del rompecabezas de la vida, el ser único en su capacidad intelectual y que tiene una relación especial con el universo; es más, éste gira alrededor del ser humano. Son muchos los supuestos bajo los cuales se ha hecho creer a sí mismo que es superior frente a cualquiera. Estas ideologías han estado en nuestra cultura durante mucho tiempo. Veamos algunos de los supuestos bajo los cuales hemos vivido durante siglos y las repercusiones que han tenido esta forma de pensar. Así como Aristóteles colocaba al ser humano en la cúspide de la existencia, la tradición grecorromana y judeocristiana también nos ha brindado ese bagaje ideológico de superioridad. Ha sido tomado como bandera aquel versículo bíblico en el que Jehová le dice a Adán: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:28). Está de más decir que hemos seguido estas palabras al pie de la letra. El hombre, ya sea dentro de la tradición griega -como el ser máximo en su capacidad racional-, o en la tradición judeocristiana-hecho a imagen y semejanza de Dios-, se ve a sí mismo poseedor de un derecho exclusivo de explotación de los recursos naturales de la Tierra, como si éstos le pertenecieran y cualquier otro ser vivo existiera nada más en función de cómo servirle al ser humano. Definitivamente hemos llenado la Tierra y nos hemos multiplicado hasta llegar a los 6 mil millones de habitantes sobre el planeta; hemos llevado a gran cantidad de animales al borde de la extinción, ya sea por la caza o porque simplemente ya no hay áreas verdes suficientes para que los animales habiten; también hemos abusado de la pesca industrial y contaminando los mares irreversiblemente. Al ser humano nunca le ha gustado reconocer que no es el centro de la naturaleza. La obra de Copérnico fue entregada de forma póstuma por temor a ser castigado por la Inquisición, dadas sus afirmaciones que cambiaron radicalmente el papel del ser humano en el universo. Un caso similar ocurrió en la sociedad victoriana cuando se escandalizó ante los trabajos de Darwin cuando afirmó que no somos más que simios que evolucionaron. Ante la crisis en la que nos encontramos no podemos continuar con los ojos vendados. Romper con el antropocentrismo no es restarnos importancia; nos aumentamos responsabilidad. Es darnos cuenta de que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos. Lo que se haga o no se haga por los demás seres vivos y por nosotros mismos no tendrá eco en el universo, sólo lo tendrá sobre los habitantes de la Tierra. Se rompen los engaños del pasado, pero se abre una nueva puerta, Tenemos la oportunidad de mostrar que hay algo maravilloso en el ser humano: la capacidad para comprender los engaños del pasado y despertar a una nueva realidad para reaccionar ante la crisis que hemos provocado. Esto sólo es posible a través de un nuevo humanismo -en términos holísticos-, en el que seamos una humilde parte del Todo y estemos conscientes del papel fundamental de cada uno de los seres vivos en la trama de la vida. Para ello se necesita eliminar la venda de los prejuicios y visiones antropocéntricas del pasado y actuar de inmediato. MI VERDAD. - La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad, y abyectos y humildes en la adversidad.