POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR
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La batalla electoral por Coahuila y el Estado de México ha comenzado; el primer paso ya está dado y el segundo está en marcha. El primer paso es la promoción de quien será el candidato, porque el que pega primero pega dos veces; y la promoción es vital en los partidos para alcanzar o mantener el poder según sea el caso. Para Coahuila, la batalla será entre el PRI y morena, el primero con 93 años gobernando la entidad y el segundo con un efecto avasallante e impresionante al obtener victorias en casi todo el país desde 2018. Dejémonos de rodeos, por el PRI el candidato será el exalcalde de Saltillo, Manolo Jiménez, quien fue en su momento el mejor alcalde evaluado de todo el país y quien además, hay que decirlo, posee un carisma natural solamente opacado por los malos gobiernos que ha tenido el PRI con anteriores gobernadores; por su parte, morena ya tiene su candidato en la figura de Ricardo Mejía Berdeja, actual subsecretario de seguridad quien también ha iniciado ya su presencia intensiva en el Estado y quien si bien es cierto no posee el carisma de Manolo, viene impulsado por el sorprendente efecto AMLO, quien a más de la mitad de su sexenio posee índices de aprobación bastante aceptables y cuya fuerza quedó demostrada en las pasadas elecciones al llevarse 4 de 6 gubernaturas, sin duda alguna su efecto es impresionante. Ambos tienen rivales internos que desean la candidatura, en e PRI Jericó Abramo Masso levantó la mano y ha retado directamente a Manolo a renunciar a su cargo para competir en condiciones de igualdad, y en morena, Fernando Salazar, sigue con su precampaña intensa advirtiendo que irá “hasta donde tope”. Lamentablemente, para ambos el “dedazo” ya está aplicado y cualquier proceso interno de selección en ambos partidos solo será un simple formalismo, pero que sin duda tendrá efectos negativos dependiendo del grado de resiliencia de Jericó y Fernando al aceptar los designios del dedazo y no lastimar a sus propios partidos con escándalos que solo los afecten en las preferencias electorales de quienes se muestran indecisos en las encuestas. Ahora bien, el segundo paso tiene que ver precisamente con las encuestas, pues se trata de aplicar el “efecto borrego” o bandwagon al presentar numerosas encuestas en las cuales se muestren ganadores para provocar el efecto psicológico de que los indecisos se decidan unir al lado ganador. Tanto Manolo como Ricardo han ganado ya en diversas encuestas que ya circulan en redes y que han desatado precisamente el apoyo de simpatizantes y antagonistas que reflejan sus posturas en los diversos comentarios. Esta segunda etapa durará el resto del año, para dar paso a la tercera, presentar los yerros o falencias de cada candidato en los puestos que hayan detentado o los defectos de quienes los rodean o promueven políticamente. Se aproxima la batalla por Coahuila, desde luego que en importancia es mucho más relevante el Estado de México, con miras al 2024, sin embargo, a reserva de los resultados, se me muy difícil, casi imposible que morena sea derrotada en la presidenciable de 2024, porque el efecto AMLO sigue incólume, ascendiendo y sin duda impregnará a su elegido para sucederlo.