Un matrimonio de gallegos va al médico, que le receta unos supositorios a la mujer. Al salir, se ponen a hablar entre ellos:
- Oye Manolo, ¿Qué es un supositorio?
- Pues la verdad es que no lo sé.
- Y entonces ¿Cómo los voy a usar?
- Pues no sé. Mira, lo mejor es que entremos otra vez y se lo preguntemos al médico, que debe saberlo.
- No, hombre, no, que se va a enfadar.
- ¡Qué se va a enfadar! Anda, mujer, no seas tímida.
Total, que vuelven a entrar y la mujer le pregunta al médico:
- Esto... ¿nos podría decir cómo se usan los supositorios?
- Sí, claro. Tiene que sacarlos del envoltorio, con un poco de cuidado para que no se rompan, y metérselos por el trasero.
- Ves, Manolo, yo te dije que se iba a cabrear.