POR: PEDRO BELMARES O.
Todos somos resilientes, hemos aguantado la rudeza de la vida, y es que casi a todos nos consta que a esta vida no se viene a gozar, como los jóvenes de hoy piensan, ellos no quieren batallar, y creen que nacieron en cuna de oro.
No saben que a muchos niños los desechan a la basura, porque la madre no quiso encargarse de su hijo, cuando ellos conocen la resiliencia y aprenden a enfrentar la vida desde muy temprana edad.
Y cuántos niños más crecen en una familia conflictiva, golpeados y maltratados, es por eso, que muchos eligen mejor vivir en la calle, donde nadie los ampara; solo Dios.
Para empezar esta vida es cruel, porque tienes que aprender a despedirte de los tuyos y sentir esa frialdad de que ya no estará su presencia, nos adaptamos a toda clase de problema, somos capaces de superar cada situación que se nos ponga, como aquellas personas con discapacidad que no tienen pies ni manos y así hacen su vida normal, y nada se les complica.
Otro ejemplo: los bebes prematuros y les dan los doctores poca perspectiva de vida, y después por la gracia de Dios siguen viviendo.
La resiliencia nos muestra que las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente sus vidas, así se aprende y es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a retarse y a retar a la vida.