ENRIQUE TOUSSAINT
15.03.2022
En los últimos días, muchas personas me han preguntado si tiene sentido o no votar en el ejercicio de revocación de mandato del próximo 10 de abril. Yo no votaré -cambié de opinión- y explico mis razones.
Uno.- Es un ejercicio desde el Gobierno, promovido por el Gobierno y en donde el único beneficiario es López Obrador. Toda la operación ha sido de Morena y el acarreo vendrá del partido. La ciudadanía está fuera de la jugada. Piense usted: ¿en qué escenario pierde el Presidente? Sólo en uno -ahorita lo analizamos-, en el resto de los escenarios la casa gana. Y si no hay incertidumbre en el resultado -como lo dicta la norma democrática más elemental-, estamos frente a una burda simulación.
Dos.- AMLO tiene ganado el Sí, pero sólo podrá utilizarlo como propaganda si se alcanza una votación alta. Sólo hay un escenario en donde el presidente saldría debilitado: una consulta impopular, desairada y en donde acuda a las urnas sólo el voto duro de Morena. El Sí ya lo tiene porque habrá acarreo, la auténtica batalla política es el porcentaje de votación.
Tres.- El presidente no está buscando el aval de la ciudadanía, sino un empujón de cara a la discusión de la reforma eléctrica y electoral. Lo que quiere conseguir AMLO en la revocación de mandato es precisamente aquello que le negaron los electores en los comicios del año pasado. Frente a la debilidad de su Gobierno en seguridad, economía o combate a la corrupción, el presidente necesita la legitimidad de un ejercicio hecho a modo. Recordemos: ya no tiene mayoría calificada para cambiar la Constitución.
Cuatro.- La revocación está construida a base de mentiras. Los promoventes hablan de ratificar a AMLO, cuando el ejercicio fue legislado como revocación. La pregunta no está escrita en los términos que dice la ley y la propaganda de Morena es mentirosa y engañosa. El ejercicio navega hacia el fracaso y por ello el decretazo para permitir que los funcionarios hagan propaganda.
Cinco.- El presidente concibe el ejercicio como unas primarias rumbo a la sucesión. Es decir, qué capacidad tienen los principales presidenciables para movilizar electores. Sheinbaum, Ebrard y otros se juegan mucho.
Seis.- Se está utilizando la revocación de mandato como instrumento para socavar la autoridad y legitimidad del INE. No importa el resultado, AMLO dirá que el villano es el INE. Es el preludio de una reforma que podría minar gravemente la autonomía del árbitro electoral.
Siete.- Es un distractor frente a los auténticos problemas del país. El presidente no busca que la revocación sea un plebiscito sobre su Gobierno. Es un ejercicio sobre su figura y su liderazgo en Morena.
Ocho.- Busca polarizar a la opinión pública. En lugar de centrarnos en la solución de los problemas nacionales, AMLO vive en un plebiscito permanente: ¿estás conmigo o estás en contra de mí? La división en la opinión pública fortalece a su base de simpatizantes y le permite seguir atacando a la prensa y a todo aquel que ose contradecirlo.
Nueve.- Incluso perdiendo la revocación, el escenario de incertidumbre para el país sería catastrófico. En un momento de guerra en Europa y alta inflación, el país no se puede permitir mandar un mensaje de inestabilidad política. AMLO no va a ser revocado, pero aun si pasara, México entraría en una crisis constitucional muy profunda.
Diez.- Es un acto de precampaña rumbo a las elecciones de gobernador de este año. Morena no llega en su mejor momento a los comicios estatales. AMLO sabe que debe estar en la boleta y la revocación es su manera de impulsar a sus candidatos en los seis estados que renovarán gubernaturas.
Enrique Toussaint