POR: PEDRO BELMARES O.
No se aprende de errores ajenos, sin embargo, a la mayoría de la gente nos cuesta aprender a asumir la responsabilidad de nuestros errores.
Nos duele en el orgullo propio, cuando los demás ven nuestros defectos. Y no sirve de nada, sí juzgamos sin piedad alguna.
Quizás uno nunca aprende a estar preparado para defenderse de los demás.
Dios nos dice que no respondamos de mala manera, sí alguien actúa mal, sino tratar a las personas con respeto.
En este mundo todos cometemos ese error, cuando alguien nos recrimina contestamos violentos, porque se nos olvida poner la otra mejilla.
Deberíamos recordar que todos somos hijos de Dios, y perdonar como él siempre nos perdona en todo momento.
Tratarnos como personas imperfectas, ver nuestros errores como algo normal, pero sobre todo que nuestros errores son un ejercicio para mejorar nuestras vidas.