POR: ABEL ALCALÁ H.
Cuando los mexicanos aparecemos en el lugar 135 de 139, el cuarto país más corrupto del mundo, según Cuadratín del 09 de diciembre de 2021, nos incomoda, avergüenza e irrita porque sabemos que esa encuesta no está lejos de la realidad.
El lastre de la corrupción nos acompaña desde que nos constituimos en república y para desgracia de la gran mayoría de los mexicanos la corrupción se enquista en la esfera del gobierno federal y de ahí se filtra a los demás gobiernos de los estados, municipios y organismos públicos.
La corrupción, causa de la miseria de millones de mexicanos, se propaga con facilidad en la gran mayoría de los gobernantes federales, estatales y municipales, en los representantes populares, en los integrantes de los poderes legislativo y judicial y en los servidores públicos, llegando al descaro que en muchas ocasiones se aplaude al corrupto por ser una persona “hábil”, ”sagas” y “exitosa” y con influencia en la vida social y política.
Los corruptos se adueñaron de la vida pública, privada y de muchas esferas del ambiente social a tal grado de que a la persona honesta se le señala con desprecio que era un pendejo o un desadaptado.
Se ha llegado a tal grado en la degradación social que hablar de honestidad, honradez, responsabilidad, cumplimiento, respeto, servicio, solidaridad, etc., se hace de manera hipócrita y solamente para llenar y adornar discurso huecos y demagógicos.
Las acciones que se organizan en la vida social y la vida pública para dar reconocimiento a las personas honestas son mínimas y los más triste es que esa virtud esta desterrada de la vida educativa, académica, universitaria, social y política en todos sus niveles.
Por Honestidad entendemos una virtud moral de la persona que es fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la verdad, justicia, el respeto mutuo, en no robar ni codiciar lo ajeno, de esta manera logran grandes cosas para el Bien Común.
En tanto que la corrupción es un vicio moral de las personas, es el mal uso o el abuso del poder público para beneficio personal y privado, entendiendo que este fenómeno no se limita a los funcionarios públicos, también a cómplices y familiares que se dejan u obligan a corromperse.
Ciertamente existen muchas leyes e instituciones que tienen como finalidad luchar contra la corrupción; son siete leyes del Sistema Nacional Anticorrupción, a saber: Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción; Ley General de Responsabilidades Administrativas; Ley Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Administrativa: Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación; Reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal; Reformas a la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación; Reformas al Código Penal y. Ley de la Fiscalía General de la República (para la creación de una Fiscalía Anticorrupción), además de las leyes estatales.
Por qué si hay tantas leyes e instituciones contra la corrupción seguimos ocupando los lugares más altos en los niveles de deshonestidad? La respuesta es simple; hay principio de vida que dice; “La especie se protege para sobrevivir”. La especie es la red de servidores públicos, familiares y cómplices que son corruptos y corruptores.
Lo que demandamos los ciudadanos que creemos en la honestidad y demás virtudes humanas que permiten vivir en paz, armonía y justicia en la comunidad es un programa aterrizado contra la corrupción donde se incluya a la mayoría de los habitantes de Torreón en la toma de decisiones y acciones.
Con la puesta en marcha en Torreón del Programa Anticorrupción: Por el Cumplimiento del Modelo de Integridad Municipal, los ciudadanos tenemos un instrumento práctico y al alcance de todos para colaborar en la erradicación de la impunidad y para generar una nueva cultura donde el centro de gravedad sea la Honestidad.
Éste modelo se sustenta en ocho ejes principales; la honestidad; la responsabilidad; el respeto; la eficiencia; la vocación de servicio; el compromiso; la empatía y la confianza, a través de los cuales ciudadanos y servidores públicos municipales fincarán sus relaciones para hacer de Torreón un municipio de vanguardia en la transparencia del manejo de las finanzas públicas.
Debemos todos los torreonenses volver a colocar a la virtud, es decir, al hábito de la honestidad en el centro de nuestros pensamientos, palabras y obras y así solidaria y subsidiariamente darnos el clima de justicia, paz, armonía, desarrollo y progreso que nos merecemos.
La invitación es acabar en definitiva con la fama de que somos un pueblo corrupto y corruptor, simplemente así: NI Tú, Ni Yo practiquemos ese vicio que nos destruye a todos los mexicanos.