POR: ABEL ALCALÁ H.
Lo que va del presente sexenio comandado por la llamada cuarta transformación se ha distinguido por dividir y enfrentar a los mexicanos en todos los ambientes de la vida social, familiar, religiosa, económica, científica, universitaria y diplomática y su líder López Obrador es el autor de este perverso programa.
Entre otras cosas que ha acumulado López Obrador en su mente durante toda su vida son enemigos y con su arribo a la presidencia los sigue aumentando aceleradamente.
El líder, hasta ahora, de la cuarta transformación, tiene abiertos muchos frentes con enemigos que, la gran mayoría están solo en su mente, tanto en México como en el mundo.
Cuando se tiene poder informal los individuos que lo detentan son libres de hacer amigos y enemigos a su gusto para proteger sus intereses, muy diferente se opera el poder formal que tiene su origen en una constitución política.
No se puede llevar odio, rencor, resentimiento en la mente y en las espaldas quienes protestan cumplir y hacer cumplir la constitución de un país y además velar por el bien de todos sus ciudadanos sin distinción alguna pues si lo hacen faltan a su protesta y pudieran ser reos de culpa.
El tema de los enemigos en cualquiera que tenga poder es muy delicado y peligroso, ya lo advertía Nietzsche: “Para medir la sutileza o debilidad natural de los cerebros, así sean los más ingeniosos, préstese atención a como comprenden y exponen las opiniones del adversario: ahí se delata la medida natural de cada intelecto. El sabio perfecto, sin querer, idealiza a su adversario y libra a la tesis antagónica de toda mancha y contingencia. Sólo después de haber transformado así a su adversario en un dios de armas relucientes, entabla la lucha contra él”.
Aquí el tema central es que López Obrador genera, muchas veces, enemigos imaginarios por el sólo “placer” de inventarlos y luego los declara enemigos de México y de inmediato inicia la guerra contra ellos y ahí está la larguísima lista de personas e instituciones que han recibido todos los agravios, amenazas, violaciones a sus derechos humanos, civiles, políticos y a sus bienes patrimoniales.
La pregunta es: Qué pasa con los verdaderos enemigos, no los enemigos personales o de ideología o de enriquecimiento o de grupo de Obrador, sino los enemigos reales de los mexicanos?
En tanto que los de la cuarta transformación siguiendo las órdenes de su líder agreden a los mexicanos, éstos en legítima defensa propia reaccionan, entonces se cae en el juego de favorecer a los verdaderos enemigos del país, aunque este círculo vicioso sirve a Obrador para auto justificarse y seguir con sus agresiones al pueblo de México al que juró proteger.
De tal suerte que los supuestos enemigos personales de Obrador son los enemigos de México, es decir, los mexicanos somos enemigos de México, mientras los verdaderos enemigos se ríen.
Por eso en México corre el caos en todos los ámbitos como son en: universidades, empresas, hospitales, periodismo, guarderías, gobiernos estatales y municipales, educación, campo agrícola, inversiones, empleo, justicia, salud, etc.
Estas guerras que padecemos se llaman guerras políticas con acciones no militares destinadas a dividir, engañar, desinformar y someter al enemigo (pueblo) son operaciones encubiertas no violentas de inteligencia estratégicas y son seis; Guerra ideológica; Guerra de inteligencia y contra inteligencia; Guerra de organización; Guerra de masas; Guerra psicológica y Guerra de estratagemas.
Este es el objetivo de esas guerras: Si la política es la administración normal de los intereses del pueblo y la patria, la guerra política tiene lugar cuando el enemigo real, en su intento de destruirnos como nación y pueblo, utiliza recursos como la anestesia ideológica, la infiltración en las organizaciones del Estado y la sociedad civil, instigación a las masas para luchar contra el enemigo errado (México), acción psicológica para provocar conductas perversas en masas y dirigentes, empleo del poder y la fuerza para reclutar traidores (mercenarios) para crea caos político y social, destrucción de la voluntad (patriotismo) nacional para minar los cimientos de la mexicanidad en trabajadores y soldados.
“Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”, palabras del Dr. Martín Luther King, Jr. Ahora ya sabemos que el destino de país está en las manos de cada mexicano bien nacido. Usted lector dice la última palabra.