POR: ABEL ALCALÁ H.
La moda puede ser definida como un mecanismo que regula las decisiones de las personas ya que, por una especie de presión social, indica a la gente qué debe consumir, utilizar o hacer. La moda se convierte en un hábito repetitivo que identifica a un sujeto o a un grupo de individuos. Puede reflejarse en ciertos objetos o aspectos visibles, pero también en modos de actuar y comportamientos.
La moda no es igual a la costumbre o usos: El sistema de usos y costumbres es una forma coloquial a un sistema de autogobierno en México practicado por diversos municipios de población indígena para normar la vida de la comunidad.
Podemos decir que lo valioso y atractivo de la moda radica en que representa una forma de expresión de la sociedad o un grupo en un determinado momento histórico, es decir en un determinado contexto espacial, temporal y social.
Con mucho tino se puede argumentar que hay modas buenas, malas e inocuas. A la que ahora nos referimos es la iniciada por los años de 1855 y que perdura hasta la fecha y que fue y sigue siendo altamente dañina para los mexicanos, esa moda se llama corrupción.
De conformidad con historiadores serios y reputados la moda de la corrupción la inició Benito Pablo Juárez García antes y durante su gobierno.
Benito Pablo Juárez García, más conocido como Benito Juárez, fue un abogado y político mexicano, de origen indígena, presidente de México en varias ocasiones, del 21 de enero de 1858 al 18 de julio de 1872. Cuentan los historiadores que eran tan grave su enfermedad de poder que usó los recursos del erario para el pago de los votos de los diputados (hoy fraude electoral) para conservarse ilegalmente en el poder y cargo de presidente. Para Juárez no había cosas legales e ilegales, solo había acciones útiles e inútiles.
Si hacemos un recorrido por la historia oficial y la verdadera de México, de la prensa y revistas pasquines, películas, documentales y todo tipo de literatura nos vamos a encontrar de manera insistente y permanente los temas de corrupción, impunidad, miseria e injusticia.
Los mexicanos a lo largo de esos más de 160 años hemos visto venir y salir presidentes de la república, gobernantes, diputados, senadores, gobernadores, presidentes municipales, la aparición y desaparición de partidos y organizaciones políticas y esa moda de la corrupción sigue intocable y en aumento.
Debido a la corrupción imperante e intocable en nuestro país que como humedad se filtra en todos los campos de la vida social, económica, política, militar y empresarial se desmorona la nación y aumenta la impunidad, la injusticia, la miseria, la mortandad, etc.
Cualquier tipo de corrupción y en donde se presente es inaceptable, hay que decir sin embargo que existen áreas o instituciones dónde su daño es mayúsculo y se acrecienta más cuando se da en los diferentes niveles de gobierno ya sea federal, estatal y municipal.
Hoy por hoy seguimos conociendo las miles de denuncias de actos de corrupción en la prensa local, nacional e internacional, la radio, las redes, y casi nada en los tribunales.
Pensemos lo que pasaría si esto sucediera en México: El Gobernador de Illinois fue a la cárcel por intentar vender el escaño que Barak Obama dejó vacante en el Senado. El ex Presidente francés Jacques Chirac fue sentenciado a dos años de prisión por autorizar pagos a 21 aviadores que hacían trabajo partidista. En Brasil, la Presidenta Rousseff destituyó a 6 ministros del gabinete por escándalos que van desde cobrar “comisiones” para obtener contratos, hasta utilizar viáticos para enviar a familiares a Europa.
Cuando los niños lanzan piedras para romper ventas, no se castiga a las piedras, no se castiga siglas de partido ni ideologías perversas, se castiga a quienes las usan para dañar y empobrecer a los mexicanos. El lector dice la última palabra.