Un hombre, justo en el día de su 50 cumpleaños, se mira en el espejo, y al verse tan mayor, decide regalarse asimismo un tratamiento de belleza.
Acude a la clínica más cara en la ciudad, y elige el tratamiento más caro, que prometía, por 10.000 pesos, rejuvenecer su piel en menos de una hora.
Al salir de la clínica, el hombre se acerca a un quiosco a comprar el periódico, y le pregunta al vendedor:
- Disculpe señor, ¿cuántos años cree usted que yo tengo?
El dependiente le contesta:
- No lo sé, ¿33?
Con gran alegría le dice:
- Tengo 50. Dice el hombre, orgulloso de su nuevo aspecto.
Un rato después, el hombre entra en un McDonalds, y en el momento de pagar la hamburguesa, le pregunta a la chica de la caja:
- Disculpe señorita, ¿cuántos años cree usted que yo tengo?
La señorita algo sorprendida por la pregunta le contesta:
- Aproximadamente, yo calculo que sobre 30 o 31 ¿me equivoco?
Con gran satisfacción le dice:
- Pues sí, tengo 50. Dice el hombre, cada vez más orgulloso de su apariencia.
Después de comerse la hamburguesa, el hombre monta en el autobús, y aprovecha que a su lado se sienta un anciano para preguntarle:
- Disculpe señor, ¿cuántos años cree usted que yo tengo?
El anciano lo observa y le dice:
- Lo siento, soy demasiado anciano como para poder verle. Pero sin embargo, tengo un don muy especial… Si metes la mano bajo el pantalón y me acaricias durante cinco minutos, podré decirte exactamente tu edad.
Debido que el autobús iba bastante vacío y que nadie les estaba mirando, el hombre acepta y le introduce la mano en los pantalones del viejo. Cinco minutos después, el anciano, con cara de satisfacción le dice:
- Tienes exactamente 50 años.
El hombre muy sorprendido le responde:
- Pues sí, ¿cómo lo has acertado?
Y el anciano contesta:
- Porque estaba detrás tuyo en la fila del McDonalds…