Torreon, Coah.
Edición:
09-Dic-2024
Año
21
Número:
930
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MI VERDAD / 805


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Por:
Agente 57
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21-11-2021
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POR: AGENTE 57

Arrancamos… Los médicos afirman que la amnesia es una pérdida de memoria que se produce a raíz de un shock, un trauma o una enfermedad. Afecta las memorias personales, como son las motoras y lingüísticas. El amnésico puede manejar su coche, pero no recuerda a quien quería visitar. La amnesia representa una huida o la negociación de recuerdos que pueden causar ansiedad o depresión. Pero los médicos sostienen, también, que esas memorias no están perdidas y que pueden ser recuperadas cuando la amnesia es curada. La descripción se adapta como un guante al estado de la izquierda desde 1989. Durante siete años, esta ha vivido un estado de amnesia, vale decir, el olvido de su pasado y, por lo tanto, una pérdida de identidad. Miles de activistas y dirigentes entre los 40 y 70 años de edad parecen querer olvidar su militancia pasada, los ideales que inspiraban sus luchas, la moral que normaba su vida personal, las teorías que organizaban su pensamiento. La paradoja es que la materialización de algunos de sus sueños mas entrañables, la legalización de la izquierda, su transformación en una alternativa real de poder, la ocupación de puestos de elección popular, vienen anulados a una necesidad lacerante de pérdida de identidad. La izquierda no ha olvidado como luchar, pero el objetivo de esas luchas se ha hundido en el inconsciente. Sabe que en el mundo surgido en 1989, muchos de los ideales que inspiraron no tienen ya lugar, y que otros, en cambio, siguen vigentes, pero se niega a iniciar un balance crítico de ellos. ¿Cómo explicar esto? El fenómeno no es universal. En todo el mundo, para sobrevivir en los últimos diez años, la izquierda ha debido cambiar. Los expartidos comunistas del Este se vuelven socialdemócratas; el Partido Comunista Italiano derrota a la derecha y se constituye en gobierno solo después de transformarse en un partido unitario de la izquierda y constituir una amplísima alianza con algunos de sus antiguos adversarios; los frentes guerrilleros de El Salvador y Nicaragua se constituyen en partidos políticos reformistas; el comunismo chino adopta  el “socialismo de mercado” como su objetivo. Pero es raro el caso en el cual el pasado se olvida totalmente o se renuncia radicalmente a la búsqueda de la relación entre ruptura y continuidad, entre el pasado y futuro. El caso de México es, sin duda, extremo. La explicación debe buscarse tal vez en la rápida sucesión de hechos de los años 1988-1990. Durante ese tiempo, se vinieron abajo los países del socialismo ·realmente existente”, la mayoría de los partidos comunistas y con ellos las esperanzas de cambio social que encarnaban. El gigantesco ensayo social iniciado con la Revolución rusa de 1917 concluía en la más espantosa debacle. Lo impensable se tornaba realidad: el capitalismo reconquistaba todas las posiciones perdidas. Esto coincidió con sucesos igualmente inesperados en México. En 1988, la izquierda conquisto un tercio del voto ciudadano, pero la candidatura que hizo posible esa victoria provenía del PRI, no de la izquierda. En 1989 el partido que surgió de ese avance no fue hegemonizado por la ideas de la izquierda, sino por las de la Corriente Democrática. Aun así, el sistema de partido de Estado no se derrumbó y el PRI siguió manteniendo el poder y un electorado importante. La ira ciudadana por la crisis y los excesos del viejo régimen se orientó más hacia la derecha que hacia la izquierda, esos tres años quedan en la historia de la izquierda mexicana como un extraño parteaguas. Fueron, a la vez, el Mar Rojo y los 40 años en el desierto. La izquierda se salvó y, al mismo tiempo perdió la memoria y la identidad. MI VERDAD.- La pérdida de la memoria es recurrente.

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