Torreon, Coah.
Edición:
29-Abr-2024
Año
21
Número:
902
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TÉCNICA Y POLÍTICA / 804


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Por:
Sin Censura
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14-11-2021
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

Con el desafortunado, políticamente hablando, desenlace de lo que estaba previsto como un acto civil, estrictamente un asunto tan personal (o de pareja) como lo es la boda de Santiago Nieto y Carla Humphrey, se vislumbraron situaciones que derivaron en algunos cambios políticos que, de alguna manera, afectan la vida política del país, precisamente porque se trata de ajustes en la estructura política.

Destaca, en primer lugar la lista de invitados, tan diversa en cuanto sus respectivos signos políticos que uno tiene que reconocer que la capacidad de convocatoria  de ambos contrayentes es harto plural o que, como sostienen algunos, solo hace evidente la connivencia entre la clase política que, más allá de las siglas partidistas, se saben miembros de un selecto grupo que ha hecho de la práctica política un modus vivendi, tan sofisticado que cada vez se aleja más de las condiciones de vida de aquellos a los que dicen representar.

Lo que sorprende es la lista de invitados, así como esos escándalos relacionados con el dinero que solo pueden escenificar quienes están en condiciones de viajar en avión privado, acompañado o invitado por personajes de amplio poder político y económico y, además, cargar miles de dólares en efectivo que ni siquiera consideraron prudente declararlos al momento de ingresar a otro país. El resultado de esta serie de eventos combinados es un par de renuncias de las que destaca la de uno de los contrayentes, Santiago Nieto, el super eficiente titular, hasta ese momento, de la Unidad de Inteligencia Financiera, un formidable ariete de la 4T contra la evasión fiscal y aspectos financieros de la delincuencia organizada.

En realidad, lo que interesa comentar es el personaje que sustituye a Nieto luego que este presentara su renuncia por considerar que su posición se debilitaba ante le escándalo derivado, no tanto de la boda sino de sus derivaciones en lo político. A quien el presidente López Obrador designó como sustituto de Santiago Nieto es Pablo Gómez, personaje con amplia trayectoria política desde el movimiento estudiantil de 1968 del que fue una gran protagonista, su posterior incursión en la vida partidaria, siempre a la izquierda del espectro político y, por tanto, sus reiteradas participaciones como diputado local o federal. Tantas veces ocupó una curul (cinco veces diputado, una vez senador y una vez asambleísta) que, seguramente, consideró que su más reciente campaña para ser nuevamente asambleísta no merecía el esfuerzo de comunicarse con aquellos a los que aspiraba a representar.  “Nos perdió la soberbia”, dijo después de la inaudita derrota.

Pero lo que ahora importa comentar es que AMLO consideró que Pablo Gómez tiene el perfil ideal para sustituir a Santiago Nieto en la tarea de dignificar el servicio público, particularmente desde un cargo que, como la UIF, es muy fácilmente vendible a aquellos a los que hay que vigilar por su proclividad a la evasión fiscal, así como a los delitos vinculados con el tráfico de dinero de dudosa procedencia.

Y claro, ya empiezan las curaciones en salud, ya se anticipa que la convicción de Pablo Gómez Para combatir la corrupción como uno de los males característicos de un sistema capitalista, obedezca en realidad a venganzas contra aquellos que han estado en la trinchera contraria en las diversas batallas que Pablo ha emprendido. La acusación principal es que es político y que no posee los atributos necesarios para ejercer un cargo que, dicen sus acusadores, es eminentemente técnico, en el que no caben ideas, filias ni fobias. Solo técnica sin adjetivos como sinónimo de pureza, algo así como la democracia según Krauze.

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