Torreon, Coah.
Edición:
02-Dic-2024
Año
21
Número:
929
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MI VERDAD / 802


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Por:
Agente 57
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31-10-2021
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POR: AGENTE 57

Arrancamos… LA CARENCIA DE LEY NO ES PARAISO. - El estado es cada vez más democrático y cada vez menos estado. Efectivamente hoy padecemos un serio deficiente de ”estatalidad". La violencia borbotea sin reservas y el estado confiesa abiertamente su importancia. A diario resulta más evidente que el estado mexicano no ejerce efectivamente el monopolio de la fuerza legítima. Los abusos policiacos, el poder destructivo del narcotráfico, el desamparo jurídico, la desconfianza hacia los aparatos de justicia, pintan a un estado incapaz de sostener sus propias reglas. Las mafias penetran el poder, intimidan a la prensa, riegan la calle de sangre y detener la vida diaria. El verdadero propósito del gobierno no es imponer la obediencia sino liberar a todos los hombres del miedo. Eso decía Spinoza en su "tratado teológico-político. Ahora bien, el poder existe para fortalecer en cada individuo su derecho a existir y a trabajar con toda la seguridad posible. El poder público se instituye para ser resguardo frente a las amenazas de la existencia. La sensación que nos cala, vivir a la intemperie, exhibe la ruina del apartado político, la quiebra de la ley. Cada día nos hundimos más en el hoyo del temor. El imperio de la inseguridad se establece firmemente entre nosotros. Esa servidumbre del medio nos hace a todos ciudadanos frágiles, inseguros, miserables y desbarata el valor de otras conquistas. Todos los días nos alimentamos de las escenas de esta guerra que nos azota una y otra vez. La crónica del asalto, el testimonio del secuestro, el relato del crimen, se han convertido en el condimento de toda reunión social. El miedo se ha vuelto la atmósfera de nuestro tiempo. A todos perfora. Por ello puede ser factor político (si no es que ya lo es) decisivo en el futuro próximo y convertirse en el señuelo de un viraje autoritario. Si el problema sigue agravándose, si los actores políticos actúan irresponsablemente, si los comunicadores siguen alentando el desbordamiento de las pasiones, esta emoción colectiva puede provocar el descarrilamiento. La inseguridad afecta a todos, pero la distribución del riesgo reconstruye el mapa de la desigualdad mexicana. La descomposición del estado mexicano ha producido una privatización de sus funciones esenciales. Quienes tienen recursos instauran mecanismos de autodefensas, levantan fortalezas, contratan aparatos de seguridad para formar ejércitos privados, convirtiéndose en símbolo de un proceso de feudalización: un archipiélago de zonas amuralladas con cuerpos particulares de vigilancia, ubicado dentro de un océano inmenso de inseguridad que todos, menos los que tienen guardias personales, atraviesan con extrema intranquilidad. El estado confiesa su incapacidad para otorgar protección a todos los ciudadanos. Si la distribución de la riqueza en México es cada vez más injusta, no lo es menos la distribución social de los riegos. La fragilidad de la ley dramatiza la desigualdad. La paz ha dejado de ser un bien público: es el lujo de quienes habitan en el espacio de la sociedad. Está de moda cuestionar el orden estatal; sus trampas y sus torpezas; su derroche y sus ofensas. La intensidad de estos reproches demuestra que no han muerto las ideologías (como afirma el orate de Fox). En los últimos tiempos se ha puesto en marcha una política fanáticamente ideologizada que tiene como blanco de ataque al estado. El problema es que el dogmatismo y el descuido de los operadores del estado han corroído las propias bases que sustentan al estado. No solamente se han abandonado las funciones sustanciales del mismo, sino también sus responsabilidades esenciales. Hoy padecemos los efectos de ese abandono. La primera de las exigencias nacionales, esa sí, la verdadera política del estado, es su reconstrucción, la recomposición del aparato que impone la legalidad en todo el territorio nacional. La reconstitución del estado se liga necesariamente con un gran proyecto nacional; el proyecto de la legalidad. MI VERDAD. - Sin estado el hombre es bestia. N.L.D.M

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