POR: AGENTE 57
Arrancamos… UN MUNDO SIN DIOS.- El cristianismo ortodoxo fomentó el viraje de la humanidad hacia una perspectiva del mundo que presta poca atención a la idea de la divinidad. Enseñando que el reino terrenal está desprovisto de santidad, los cristianos construyeron los cimientos ideológicos de la sociedad moderna. Los pensadores modernos perpetuaron los conceptos del cristianismo ortodoxo, proporcionando validación científica para la creencia en la jerarquía, la dominación y la lucha. Con el crecimiento del siglo XXI, sin embargo, hay una creciente conciencia no sólo de las desventajas de tales conceptos, sino también de su limitada precisión científica. Poco después de que la gente aceptó la creencia de Dios ya no ejercía un poder sobrenatural en el mundo físico, se volvió común, particularmente entre los educados, creer que el diablo tampoco ejercitaba dicho poder. Una vez que la idea de magia divina había sido rechazada, fue fácil aceptar que ninguna magia, divina o maligna, opera en el reino físico. En lugar de eso, la realidad física fue percibida como la operación mecánica de componentes inanimados funcionando enteramente bajo leyes racionales y definibles, similares a la operación de un enorme reloj. “Se dice que pasó la época de los milagros, y tenemos filósofos que consideran como acontecimientos ordinarios y corrientes los fenómenos sobrenaturales e incomprensibles”. Esta nueva percepción y perspectiva del mundo caracterizó a la que ha sido llamada “Era de la iluminación”. Careciendo de la apasionada creatividad del Renacimiento, la Iluminación estuvo inspirada por pensadores del siglo XVII como Galileo, René Descartes, Juan Kepler, Isaac Newton, Francis Bacon, Benedict Spinoza y John Locke. Si bien la mayoría aún creía que Dios había creado al mundo, ellos ahora pensaban que el universo funcionaba de acuerdo a las leyes comprensibles que no requerían de una mayor intervención por parte de Dios. Estas nuevas creencias y actitudes reflejaban a las del cristianismo ortodoxo. Al igual que los cristianos ortodoxos creían que existía una división entre el cielo y la tierra, así los científicos percibían que existía una división similar, acuñada por Descartes como la división entre mente y materia. Al igual que los cristianos creían que Dios estaba separado del mundo físico, así los científicos pensaban que la consciencia y la realidad física estaban separadas una de la otra. Aunque el cristianismo ortodoxo y los pensadores modernos diferían en su creencia sobre el diablo, ambos entendían al mundo físico como un reino desprovisto de divinidad y santidad. La creencia en que el mundo físico funcionaba independientemente de la conciencia encontró nueva validación en las leyes de Newton. Sus leyes de movimiento y de gravedad describían un universo que operaba una base completamente imparcial, mecanicista y determinista. Newton basó toda su obra en evidencias experimentales, como testimonio para la creencia de que la materia carecía de influencias sobrenaturales y consciencia; puesto que los pensamientos de la persona que dirigía el experimento no tendrían impacto alguno sobre la materia, todos los resultados de los experimentos podían ser duplicados. En otras palabras, él creía posible que una persona observara un fenómeno físico sin influir en él. Aceptando la idea cristiana ortodoxa de que Dios ya no tenía impacto sobre el mundo físico, los pensadores modernos coincidieron en los fenómenos físicos. MI VERDAD.- Sea lo que fuere es momento de renovación de fe y esperanza. N.L.D.M. Feliz Año, salud y bienestar para los lectores de esta columna.