POR: AGENTE 57
Arrancamos. EL CLASICO ARTE GRIEGO DEL SOFISMA. - A principios de 1923, Alberto J. Pani fue nombrado secretario de Hacienda y Crédito Público por el presidente Álvaro Obregón. La prosperidad política de Pani conlleva un elevado precio: tenía que conseguir, a como diera lugar, el reconocimiento diplomático de los Estados Unidos al mandatario mexicano. Pani argumentó, negoció, renegoció, ofreció, y prometió todo lo que pudo en tres delicadas materias: petróleo, ferrocarriles y expropiación agraria. A principios de abril sus gestiones rindieron fruto. El gobierno de los Estados Unidos aceptó enviar a México a dos delegados plenipotenciarios, que discutieran y acordaran con sus pares mexicanos, los términos de una Convención General que satisficieran todas las reclamaciones estadounidenses; y la que, debidamente sancionada por el presidente y el senado mexicanos, sirviera de base para el otorgamiento del reconocimiento diplomático, fuente primigenia para México de estabilidad política, acceso al crédito internacional y a la ayuda militar. Con esto se eliminaría el peligro de una intervención militar y reduciría las posibilidades de una conspiración militar y reduciría las posibilidades de una conspiración tramada en el extranjero que buscara comprometer a alguno de los inquietos generales con mando de tropa. El 13 de Mayo de 1923, en el palacio de la familia Cobián, iniciaron las conversaciones los cuatro delegados (dos por cada país): Fernando Gonzáles Roa y Ramón Ross por México y Charles Beecher W. y John Barton Payne por los E.U. Las sesiones comprendidas entre el 14 y 31 de Mayo de 1923 se destinaron a intensas discusiones sobre la cuestión petrolera que hasta 1917 había estado regulada por las leyes que en materia minera había expedido el gobierno de Porfirio Díaz, que sin embargo, a partir del primero de Mayo de 1927, fecha de entrada en vigor de la nueva Constitución, México, "en una decisión de tipo socialista", había abolido ese derecho, para establecer, en su artículo 27, fracción IV, que el Estado tendría el dominio directo sobre el petróleo y sobre todos los hidrocarburos en estado sólido, liquido o gaseoso y además substancias, en general, que se encontraran en el subsuelo del territorio nacional. ¿En qué situación legal quedarían colocados los ciudadanos y compañías estadounidenses? A esta pregunta se muestra un documento plagado de sellos con un comunicado oficial dirigido por el presidente Álvaro Obregón al presidente Warren G. Harding, en cuya parte medular se leía: "Todos los derechos de propiedad privada adquiridos con anterioridad al 1° de Mayo de 1917, fecha de promulgación de nuestra actual Constitución, serán respetados y protegidos” Posteriormente las sesiones se dedicaron a tratar los asuntos sobre el aspecto agrario y los ferrocarriles. La firma de las Convenciones de Reclamaciones y el consiguiente otorgamiento del reconocimiento diplomático estaban sujetos a la previa firma por parte del gobierno mexicano de un "protocolo secreto" que contenían un conjunto de "entendimientos especiales" sobre cuestiones de vital interés para los Estados Unidos que, por el momento no eran convenientes que se hicieran del dominio público y mucho menos del conocimiento del Senado mexicano, con todo y su mayoriteo "bloque obregonista" (como se estila hasta la fecha). Fueron diez las cláusulas del documento, en el noveno especificaba, que en reciprocidad de todo lo tratado los E.U. Se comprometió otorgar de inmediato, el reconocimiento diplomático solicitado y a proporcionarle, en condiciones de preferencia y en la vía rápida, los créditos internacionales y la ayuda militar solicitados al secretario del tesoro de los E.U. Finalmente se añadió una cláusula de confidencialidad por virtud de la cual ambos gobiernos quedaron expresamente obligados a no divulgar, por cualquier medio, el contenido del protocolo durante un plazo de "cien años" que podría prorrogarse por cincuenta años más, a petición de cualquiera de los gobiernos. ¿Pues qué pactarían? El 31 de Agosto, Washington otorgó el reconocimiento por el que se había hipotecado el desarrollo soberano del país. El brillante carrancista Luis Cabrera cuestionó el reconocimiento diplomático, afirmando que este debió otorgarse sin concesión alguna. Sin embargo el ataque más fuerte provino de un combativo senador por el Estado de Campeche, Francisco Field Jurado. Desde la tribuna senatorial reveló la existencia de inconfesables arreglos secretos y denuncio formalmente a Obregón y a Pani por traición a la patria. Un pistolero, a sueldo del líder sindical Luis N. Morones, el coronel José Prevé asesinó a Field Jurado en la misma Cámara de Senadores. En el pleno del senado los discursos de Pani y Gonzales Roa culminaron en cerrada ovación gracias al manejo magistral del clásico arte griego del "sofisma". (Razonamiento que quiere defender lo que es falso) Estos tiempos son parecidos a aquellos. MI VERDAD. -"Bonitas revoluciones que transige sus conquistas sociales en una mesa de negociaciones."N.L.D.M.