Torreon, Coah.
Edición:
02-Dic-2024
Año
21
Número:
929
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MI VERDAD / 797


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Por:
Agente 57
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26-09-2021
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POR: AGENTE 57

Arrancamos… LA SEGUNDA VIDA DEL “CHE” GUEVARA.–

Uno de los fenómenos más sorprendentes del siglo pasado y lo que va de éste, es la resurrección tan inesperada como avasallante de la figura del “Che”, muchos años después de su muerte heroica.

Algo tiene la vida del “Che” que lo distingue de otros héroes revolucionarios cuyo recuerdo no es evocado con la misma intensidad.

Quizá fue lo meteórico de su vida que consenso los papeles de intelectual, revolucionario, triunfador y mártir en breves 39 años.

O bien su humanismo voluntarioso y desbordante que lo llevó a retar no solo al poder de las oligarquías latinoamericanas sino también al surgido de la revolución que él mismo había contribuido a hacer.

Pero quizá también sean los tiempos que vive la izquierda en estos tiempos (valga la redundancia).

Acorralada y confundida, tiene más necesidad de una figura rebelde y heterodoxa como la del “Che” que de las de estadistas como Lenin o Mao.

En las décadas de los sesentas, el “Che” fue uno de los artífices de la refundación de la teoría y la práctica de la izquierda de aquel tiempo que no lograba sacudirse la secuela y la influencia del pensamiento socialdemócrata inglés, que fundamento el Estado benefactor de los frentes populares de la segunda guerra mundial, así como del estalinismo y dogmatismo que caracterizo al marxismo soviético.

Por encima de sus aciertos y errores concretos la figura del “Che” se afirma como símbolo de los impulsos renovadores y la voluntad de cambio que renueven cíclicamente los cimientos de lo que conocemos como izquierda.

Gracias a figuras como la del “Che” los sesenta estarán inevitablemente presentes en la fase constituyente que vivimos hoy. Su mensaje puede ser rechazado o recuperado, pero no ignorado.

¿Qué significa hoy en México ser de izquierda? Más allá de la exigencia de la igualdad (y el derecho de ejercerla de manera diferenciada) y del rechazo a lo injusto, implica en lo concreto cuatro cosas: luchar por la desaparición del régimen de partido de estado desde una perspectiva democrática, pelear en contra del modelo de desarrollo neoliberal, construir una nueva forma de relación entre el Estado y los ciudadanos que produzca espacios librados de dominio, y crear una política que apele a la ética.

Izquierda y socialismo no son sinónimos. Partidos que se reclaman socialistas están muy lejos de ser de izquierda; su práctica apuntada al régimen.

De la misma manera personajes políticos que provienen de las filas del nacionalismo revolucionario o el cristianismo comprometido con los pobres son de izquierda, aunque no son socialistas.

De 1918 a 1988 la izquierda partidaria conoce triunfos, crecimiento, sectarismos atroces, generosidad, espíritu de sacrificio, dogmatismo, reducción numérica, influencia y pérdida de influencia, clandestinidades, persecución, climas de guerra fría, devoción irracional a la URSS, heroísmo, mezquinIdad doctrinaria.

Acercarse a ese proceso es importante por lo que revela de los aciertos y los extravíos de la mentalidad revolucionaria, por lo que exhibe de la fuerza y los poderes de asimilación del régimen de la Revolución mexicana, y por el cúmulo de líderes, héroes “comisarios del pueblo”, marxistas talmúdicos y arrepentidos que la izquierda genera en la batalla con el pasado, está también el presente con el intento de negación- recuperación.

Desde la foto del “Che” que Korda inmortalizó, el “Che” observa un poco intrigado y un mucho desconcertado el mundo de nuestro tiempo, tan diferente del que previó.

Un mundo en el cual un puñado de revolucionarios se baten a la defensiva por recuperar el sentido ético de la política que él predico en un ambiente dominado avasalladoramente por el interés personal; de ex militantes radicales que se transforman en diputados de traje oscuro y corbata a la moda; de funcionarios jubilados que se transfiguran en críticos acerbos del régimen; de intelectuales que recapacitan y otros que se discapacitan; de escritores que se aferran al pasado y otros que duermen con el enemigo; de hombres y mujeres que no comparten el optimismo del médico romántico y guerrillero, acerca de la capacidad del hombre de hacer la historia, pero que tampoco han perdido por entero la esperanza que lo animaba de un mundo mejor.

MI VERDAD.– Si el marxismo fue expresión de una cultura industrial en sus fases iniciales, faltan ahora los elementos esenciales de una cultura de izquierda posindustrial. N.L.D.M.

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