POR: ABEL ALCALÁ H.
Seguramente todos tenemos motivos reales o imaginarios para lamentarnos de eventos o condiciones personales y sociales que nos causan dolor, sufrimiento y molestia.
Sabemos que individualmente no podemos darnos todos los satisfactores que ocupamos y que aun viviendo en familia no logramos afrontar con éxito los requerimientos básicos para nuestro desarrollo integral.
Es en la convivencia en comunidad, a través de la solidaridad y subsidiaridad, como logramos alcanzar en mayor grado los bienes y servicios, es decir, el bien común, para realizar nuestra vocación y cumplir la misión en esta vida.
Como ningún pueblo o país está exento de recibir calamidades naturales o provocadas por individuos perniciosos que dañan a las personas y poblaciones, y que sintiendo muchas veces la impotencia para superarlas, solo ven en los lamentos el medio rápido para desahogarse.
Normalmente los lamentos van acompañados de una súplica a deidades terrenales y otras oraciones al Dios creador para pedir el auxilio para terminar con el mal que se padece.
Es así que encontramos maneras diversas de lamentarse en cada pueblo, presento algunos ejemplos que nos ilustren lo mencionado.
El muro de las lamentaciones: El significado de Muro de las Lamentaciones hace referencia al hábito del pueblo judío de lamentarse por la destrucción de su espacio sagrado, el Templo. También es conocido por su nombre en hebreo, Kotel, que significa Muro. En la visita al Muro de las Lamentaciones, es tradición introducir un pequeño papel entre sus piedras con una oración, plegaria o deseo. Una vez allí, son considerados objetos sagrados y según el reglamento religioso, no pueden ser destruidos.
Entre los mayas: Hace quinientos años, en un remoto templo de Guatemala, se derramaba sangre de sacrificios durante ceremonias en las que se realizaban cortes utilizando puntas de flecha de obsidiana afiladas como cuchillas. ... Los mayas creían que la sangre que se derramaba era una ofrenda para los dioses.
Diego de Landa (1978:50-51) hace referencia a este tipo de sacrificios y describió algunos de ellos: los que se hacían asaetando a la víctima atada a un poste, aquellos en los que se extraía el corazón, los que incluían desollamiento y lo hacían lanzando a la víctima viva al cenote de Chichén Itzá.
El conjunto de las sociedades mesoamericanas ha sido tributario de un sistema ritualista en torno a diversas deidades emparentadas con la naturaleza y el cosmos. Desde el Sol y la Luna hasta el fuego y la lluvia, les consagraron ceremonias entre las que se destacan los sacrificios humanos, en los que la sangre, la piel y el corazón de las víctimas constituyeron la ofrenda más valiosa.
Los templos sean budistas, sinagogas, ermitas, católicos y de sectas protestantes también son usados para expresar las lamentaciones y buscar la ayuda espiritual y material necesaria para superar el mal que los aqueja.
En Torreón nos encontramos con una lista grande de motivos para estarnos lamentando tanto en lo personal como en lo social, ejemplo de ello es; falta de equipo y medicamentos en los hospitales y farmacias del IMSS, ISSSTE y General; escases de agua; falta de Guarderías; inseguridad; burocratismo; carestía en gas, agua, electricidad; pavimentación, etc.
Ya sabemos que si seguimos el camino de los lamentos y quedarnos con los brazos cruzados no saldremos de los males que nos aquejan, es mejor invitar a los torreonenses a volvernos parte de la solución y no seguir siendo parte del problema, como alguna vez se dijera: “El problema de México son los mexicanos”, el camino para la solución es fácil; dediquemos el 50 % del tiempo a lamentarnos y el 50% a trabajar en la solución, claro es mejor dedicar el 10 % a quejarnos y el 90 % a trabajar en la solución, “A Dios rogando y con el mazo dando” .