Torreon, Coah.
Edición:
02-Dic-2024
Año
21
Número:
929
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MI VERDAD / 785


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Por:
Agente 57
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29-05-2021
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POR: AGENTE 57

Arrancamos… UN DEBATE INCOMPLETO.- Durante casi tres décadas, la agenda y las políticas públicas han tratado la cuestión del fortalecimiento democrático, la crisis de la política, las reformas del Estado, las reformas estructurales de la economía y el impacto de la globalización en el país. Sin embargo, aunque se abordaron aspectos importantes de estas cuestiones, el debate marginó otros que, a la luz del análisis, deberían  situarse en el centro de la discusión. La democracia fue observada esencialmente en su dimensión electoral; la política vista a través de la crisis que expresan los partidos, las estructuras clientelísticas, la corrupción o los regímenes electorales; la problemática del Estado se centró en la cuestión de los equilibrios fiscales, la modernización burocrática y la disminución de su interferencia en la economía; la economía tuvo como tema casi excluyente la cuestión de sus equilibrios y las reformas estructurales supuestamente necesarias para lograrlos y, finalmente, la globalización fue vista ya sea como el origen de males inevitables o como fuente de beneficios inmensos. Estos debates eran, en su momento, imprescindibles. Ahora son insuficientes. El desarrollo de la democracia es mucho más que la predicción del sistema electoral. La crisis de la política se expresa tanto en la baja credibilidad y prestigio de los partidos como en la poca eficacia de los gobiernos para abordar las cuestiones centrales que se detectan como déficit de ciudadanía, en particular los referidos a los derechos civiles y sociales (las múltiples trabas a las candidaturas independientes, entre otras). Ambas dimensiones de la crisis de la política- instituciones y contenidos- son vitales, dado que es la política la que debe formular opciones, representar a los ciudadanos y generar los nexos entre Estado y sociedad para gestar poder democrático. Debemos recordar que tras los prometedores comienzos la democratización no evolucionó siguiendo un camino ascendente hasta nuestros días. Hubo subidas y recaídas, movimientos de resistencia, rebeliones, guerras civiles, revoluciones. Volviendo la vista atrás sobre el ascenso y caída de la democracia, está claro que no podemos contar con que las fuerzas sociales aseguren que la democracia siga siempre avanzando. La democracia parece es un tanto incierta. Pero sus posibilidades dependen también de lo que nosotros hagamos. Incluso, aunque no podamos contar con impulsos benignos que la favorezcan, con una adecuada comprensión de lo que exige la democracia y la voluntad de satisfacer sus requerimientos, podemos actuar para satisfacer las ideas y prácticas democráticas, y aún más, avanzar en ellas. A tal grado, de evitar, aún con la fuerza del Estado y su nefasta práctica de la compra del voto vía entrega de despensas, dinero, pantallas de T.V. recetas médicas, tarjetas de descuentos en tiendas comerciales y campañas mediáticas de miedo, la imposición de candidatos impúdicos, prepotentes, voraces, corruptos y hasta dicharacheros. Es por eso entonces, que deberíamos transitar a la “poliarquía”. Deriva de las palabras griegas que significa poli-muchos arquia-gobierno, se distingue así “el gobierno de los muchos” del gobierno de uno o monarquía (como en Coahuila), o del gobierno de los pocos, aristocracia u oligarquía. Una democracia poliarquía es un sistema político “dotado de las instituciones democráticas”. La democracia poliárquica es pues, distinta de la democracia  representativa con sufragio restringido, como la del siglo XIX. Es también diferente de las democracias y repúblicas más antiguas, que no solo tenían sufragio restringido sino  que carecen de muchas de las otras características cruciales de las democracias poliárquicas, tales como partidos políticos, derecho a formar organizaciones políticas para influir en u oponerse a los gobiernos existentes, grupos de interés organizados, etc. Es también distinta de las prácticas democráticas propias de unidades tan pequeñas que permiten el establecimiento de una asamblea directa de sus miembros y su decisión directa de las políticas o leyes. Sí, pareciera que nuestro país es poliárquico, pero las percepciones de razones de incumplimiento de promesas por gobernantes,  echa por tierra este sistema político. Los gobiernos no cumplen porque ignoraban lo complicado que son los problemas, no cumplen porque el sistema no les deja cumplir, no cumplen porque mintieron para ganar las elecciones, entre otras. Así está la cosa. MI VERDAD.- La corrupción crece y el descontento va  de su mano. U.L.D.M.

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