Torreon, Coah.
Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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MATURANA Y VARELA / 785


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Por:
Sin Censura
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29-05-2021
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

Una de las más grandes dificultades que se han enfrentado para la comprensión del conocimiento es la herencia de Descartes, la idea de la discontinuidad entre mente y materia. Algunas disciplinas como la psicología, la pedagogía, entre otras, hicieron acercamientos a la comprensión de los procesos cognitivos desde una perspectiva diferente, vinculando como partes integrantes de un solo fenómeno lo que antes eran percibidos como problemas diferentes. Esto posibilitó el entendimiento de los límites de las disciplinas, es decir, de pronto algunos problemas se percibían tan complejos o con tantos componentes, que no era posible que se abordaran desde la perspectiva de una sola disciplina.

La necesidad de dialogar entre científicos de diferentes disciplinas abrió la posibilidad de intercambiar información y, sobre todo, puntos de vista. Una nueva actitud, una toma de conciencia acerca de las limitaciones de cada disciplina, que implicó entender la necesidad de un diálogo entre diferentes disciplinas, al principio entre aquellas que presentaban una aparentemente mayor afinidad como la que hay entre las ciencias sociales, o la que hay entre las ciencias naturales. Se tardó poco, pero finalmente se establecieron diálogos entre las ciencias sociales y las naturales, especialmente la biología.

Los científicos chilenos Humberto Maturana y su discípulo Francisco Varela son un excelente ejemplo de estos diálogos interdisciplinares, que finalmente están generando nuevas formas de abordaje de problemas de conocimiento que no son abordables desde la óptica de una sola disciplina. Los dos científicos empezaron desde la biología, pero haciendo preguntas que no se pueden contestar, o no tan satisfactoriamente, desde una sola ciencia.

Así, ambos pensadores, preocupados por averiguar las bases biológicas de los procesos de conocimiento, dieron origen a la llamada “teoría de Santiago de la cognición”, también conocida como la “teoría biológica del conocimiento”, desde la que elaboraron propuestas en las que incorporaban conocimientos de diversas disciplinas para la comprensión de la forma en que generamos conocimiento. Así entendieron que todo proceso cognitivo tiene una base biológica, una corporalidad, en el caso de los humanos, que no los determina pero que si establece límites.

Desde la perspectiva de su teoría el conocer es vivir dado que, según Maturana y Varela, mente y vida nacen al mismo tiempo, lo cual abre el espacio para entender lo fundamental que es la sociedad, la cultura en la conformación del ser humano. Así, la mente será alimentada, a través de las diferentes experiencias que implica el vivir, con los marcos que regularán la forma de percibir y valorar su entorno y, por tanto, de actuar en él.

Su propuesta implica el asumir a los organismos vivos como sistemas abiertos, en permanente transformación y, por lo tanto, alejados del equilibrio. Las sociedades también son consideradas organismos vivientes, sistemas abiertos y, por tanto, en permanente transformación, aunque muchas veces esto no sea percibido. Lo anterior nos conduce a considerar que los grupos sociales también se caracterizan por la incertidumbre, que no hay una pauta que las diferentes sociedades hayan seguido en sus subsecuentes transformaciones. Por lo tanto, no hay, tampoco, pautas a seguir, modelos sociales “correctos” o “incorrectos”. Las posibilidades de cambio son abiertas.

En la medida en que tomemos conciencia de eso, entenderemos que el futuro es nuestra responsabilidad, con todo y su incertidumbre. Trabajar el presente con lo anterior en mente implica, simple y sencillamente, intentar reducir la incertidumbre, estrechar los cauces a través de los cuales queremos que transite eso que llamamos desarrollo. Eso, en una sociedad tan desigual implica,  precisamente, aprender a vivir en la incertidumbre, como proponen Maturana y Varela.

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