LA PANDEMIA Y EL GRAN FIASCO EDUCATIVO
Un error mayúsculo del Gobierno de AMLO, ha sido no suspender definitivamente el ciclo escolar (no solo el presente, sino, también, el pasado).
Con la aparición de la pandemia, se suspendieron las clases presenciales, y lo que vino, fue un desorden en todos los niveles escolares, pues, sin tener un diagnóstico serio, sobre el número de estudiantes que contaban con dispositivos digitales, se aventaron como el borras y, de la noche a la mañana, se decretaron las clases virtuales, algo para lo que nunca, el sistema educativo, se había preparado.
Tan es así, que se pudieron ver, en los primeros días, el fracaso, pues, aparte de que en muchos hogares no tienen computadora y se improvisó un sistema, utilizando los teléfonos celulares, los padres de familia, en su mayoría, no tienen las habilidades ni las herramientas educativas para asistir y guiar a los hijos, convirtiéndose en un caos y una carga de estrés, por la presión de cumplir con los trabajos y tareas, que dicho sea de paso, los profesores, vaciaban los contenidos de los libros de manera indiscriminada, provocando el enojo y la ira de los padres de familia.
Con esas experiencias, el Gobierno hubiera decretado la suspensión total de las actividades educativas en todos los niveles, para que, una vez pasada la emergencia, se continuara en el punto en que se había quedado y no se estuvieran engañando a sí mismos, menos a los padres de familia y a los estudiantes.
El ciclo escolar pasado, literalmente se perdió y el actual, va por ese camino.
Las consecuencias, son, a la fecha, que 9 millones de estudiantes, no se inscribieron para el presente ciclo escolar.
Y no solo fue por causa de la pandemia que no se hayan inscrito los estudiantes, también fue la falta de dinero.
Según datos del INEGI, arroja que el alumnado de entre tres y 29 años que sí estuvo inscrito en el ciclo escolar 2019-2020, pero que no continuó o desertó debido a la pandemia o a la falta de recursos económicos ascendió a 1.8 millones.
La gran mayoría de los estudiantes que no volvieron a las aulas fueron de escuelas públicas, con 1.5 millones de casos, contra aquellos de instituciones privadas, que ascendió a 243 mil.
Como era de esperarse, las desigualdades económicas fueron un factor clave para el fracaso del “modelo en línea” y, a pesar de que, en algunos casos los padres de familia hicieron grandes esfuerzos para comprar dispositivos y equipo digital, suscribirse a un servicio de internet, adaptar espacios dentro de la vivienda y comprar mobiliario, esto, solo en hogares de ingresos medios -altos.
Para los padres de familia (principalmente la madre), este sistema les causa problemas de estrés, impotencia y enojo, pues, aunque quieran apoyar a sus hijos, no están capacitados para hacerlo. Si a eso se le agrega que las “plataformas” digitales no están unificadas e, incluso, no existen y solo cuentan con el Chat de WhatsApp para poder interactuar, la cosa se ponen peor.
Y es que en México, se ha visto como un gasto inútil avanzar en el desarrollo y utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. De ahí, que la pandemia haya agarrado al sistema y al Gobierno en su conjunto, con los calzones abajo.
Para el ciclo que recién inicia, las cosas no pintan nada bien. Pues el receso vacacional, no se aprovechó para afinar algunas herramientas, incluir otras plataformas y, sobre todo, buscar asesorar a los padres de familia. Es más, no se hizo un mínimo trabajo para tener un diagnóstico más preciso de qué cantidad de alumnos cuentan con las condiciones mínimas para tomar las clases en línea.
El gobierno todavía está a tiempo para declara suspendido el presente ciclo escolar, porque, a cómo se ven las cosas, la pandemia no se va a detener, y eso, de que a los maestros los van a comenzar a vacunar, va para largo. Si en dos meses, solo se han vacunado a, cerca de 15 millones de habitantes en todo el país, de un número de 125 millones, pasarán más de ocho meses para que se cumpla, al 100% con la meta.
Errar es de humanos, pero corregir, es de sabios.