POR: REDACCIÓN
Torreón, Coahuila.–
Hace justamente un año que se cernía sobre el mundo lo impensable: la Organización Mundial de la Salud declaraba el SARS-COV-2 como pandemia, y urgía a los gobiernos del mundo a tomar medidas severas para frenar el avance del virus que se dio a conocer en China y cruzó fronteras rápidamente para extenderse por todo el mundo.
En México, que todavía no registraba un solo caso, el gobierno federal decretaba el cierre de escuelas y adelantaba dos semanas las vacaciones de Semana Santa, enviando a casa a 30 millones de estudiantes que, se dijo en un principio, volverían a las aulas en mayo. Asimismo, se ordenaba el cierre total de todas las actividades económicas no esenciales y el confinamiento de la población en sus hogares, para que solo salieran a realizar actividades como compra de víveres o medicamento.
Era una situación impensada, nos enfrentábamos a algo que habíamos visto en películas pero que se antojaba distante: en pleno siglo XXI, un virus, que ni siquiera está considerado como un ente con vida, tan pequeño que no podemos ver ni tocar, amenazaba nuestra existencia y nos restregaba en la cara la soberbia del ser humano que se siente casi invencible y todopoderoso con su ciencia y medicina moderna, para recordarnos la fragilidad de nuestra existencia.
Un año después, la COVID-19 ha cobrado la vida de más de 2 millones y medio de personas alrededor del mundo y se han registrado más de 117 millones de casos confirmados. Estados Unidos sigue siendo el país más afectado, con más de medio millón de defunciones; le sigue Brasil, con más de 270 mil muertes, y uno de los pocos países que en lugar de ir en recuperación sigue en caída libre; y México, con poco más de 190 mil muertes, y más de 2 millones de casos positivos.
La pandemia puso en jaque a los sistemas sanitarios de todo el mundo, principalmente, porque no existía una vacuna para proteger a la población del virus, ni fármacos capaces de detener la enfermedad. En pocas palabras, cada persona contagia dependía, única y exclusivamente, de su propio sistema inmunológico, por lo que la enfermedad resultaba mortal en muchos de los casos, especialmente, entre quienes ya padecían diabetes, hipertensión, cáncer, etc.
Al día de hoy, ya se han desarrollado vacunas, y ya se aplica el biológico en varios países, aunque la capacidad de producción de las farmacéuticas que han logrado desarrollarlas está muy por debajo de las necesidades de la población mundial, que se estima en poco más de 7 mil millones de seres humanos, de los cuales, no ha podido inocularse ni siquiera el 10 por ciento, es decir, la labor sigue siendo titánica.
Por si lo anterior fuera poco, el virus ya ha demostrado su capacidad de mutación, y aunque hasta el día de hoy las vacunas con que se cuenta han demostrado ser eficaces contra las nuevas variantes de la COVID-19, la comunidad científica y los gobiernos del mundo siguen atentos a las variantes que pudieran desarrollarse y ser inmunes a los biológicos desarrollados hasta el momento, pues es posible que pudieran llegar a tener una mayor capacidad de contagio y letalidad.
Se fue un año de pandemia y aunque parece que se empieza a ver una luz al final del túnel, la realidad es que relajarse y pensar que lo peor ya pasó sería un error monumental. El SARS-COV-2 sigue aquí, y muy probablemente nunca se irá, tendremos que aprender a convivir con él, aunque en circunstancias diferentes y más favorables.
En nuestro país, y en nuestro estado, la pandemia parece empezar a dar signos de retroceso, aunque no se descarta una tercera oleada, que pudiera llegar a tener consecuencias devastadoras, pero que no parece dar señas de aparecer, y esperamos que así siga. Mientras tanto, en La Laguna, los casos empiezan a disminuir, y se han empezado a permitir actividades hasta hace poco prohibidas, como los juegos de futbol profesional y los paseos públicos, entre otros. Nos encontramos de forma temporal, en semáforo verde.
Cierto, falta mucho todavía para el regreso a la normalidad, vamos paso a paso, tal como dijo el gobernador, Miguel Ángel Riquelme Solís, durante una gira de trabajo por el norte del estado: “haciendo lo correcto”, quedarán atrás los momentos “lamentables” que nos ha tocado vivir en un año sui generis que parece salido de un macabro guion de cine, pero que es una realidad que no podemos descartar, y de la cual debemos aprender para no repetir los errores que tantas vidas nos han costado.