POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR
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Desglosemos por parte el escenario del caso de Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, y tratemos de realizar una breve inferencia a raíz del desglose de algunas premisas. I. Los lujos. El expediente acusatorio del gobernador incluye la compra de un departamento de lujo con acceso a un prestigiado club de golf nada más y nada menos que en Santa Fe, CDMX; con un costo de 14 millones de pesos, una residencia de lujo en un exclusivo fraccionamiento en Texas propiedad de su madre; entre otras propiedad y movimientos bancarios que superan por mucho sus ingresos como gobernador. Así mismo fue señalado por Emilio Lozoya como beneficiario de los sobornos de la empresa Odebrecht cuando fue legislador federal en 2013. A esto le sumamos la acusación de nexos con el narcotráfico y de corrupción con PEMEX mediante contratos con algunos empresarios. II. La tendencia. Hay una extraña línea tamaulipeca de felonías cometidas por gobernadores que hoy tiene en la cárcel a los dos exmandatarios predecesores de Cabeza de Vaca, los priistas Tomás Yarrington (que quería ser presidente) y Eugenio Hernández Flores; una línea que con las acusaciones al gobernador actual parece indicar una tendencia que apunta a un desenlace ya conocido por los tamaulipecos. III. Delitos graves. Los delitos que formalmente se le imputan son graves y a decir de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), son sólidos: delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y defraudación fiscal equiparada. IV. Apoyo dividido. La alianza federalista se ha fracturado en cuanto al caso del gobernador; es decir, no hubo respaldo de todos los integrantes para “meter las manos al fuego” por su compañero y colega. Los gobernadores rebeldes, por lo visto, no han formalizado una postura común ante las acusaciones del tamaulipeco. Teniendo entonces estos cuatro escenarios podemos colegir si es prudente o no respaldar a García Cabeza de Vaca; si vale la pena sacrificar la imagen personal al apoyar a un posible delincuente. El gobernador de Coahuila me parece, tomó una mala decisión, se ha precipitado al respaldar a su colega del noreste al anticipar una posible embestida del gobierno federal hacia la cofradía rebelde. Dicen que el buen guerrero es aquél que sabe elegir sus batallas y las cuatro premisas presentadas parecen indicar que esta batalla es causa perdida. La mejor prueba del error cometido fue que aseguró que los aliancistas respaldaban al gobernador acusado, pero Javier Corral, de Chihuahua, y Enrique Alfaro de Jalisco negaron esta aseveración, al menos estos últimos prefieren evitar ser señalados de defender a un delincuente si las evidencias demuestran ante un juez la culpabilidad del acusado. Es cierto que son tiempos electorales, es cierto que es sospechoso que estos temas aparezcan en estas coyunturas políticas, también es cierto que el uso del poder para reprimir y someter es una característica del sistema político mexicano, como si los gobernadores no supieran de este tema. Riquelme lamentó que pudiera tratarse de un juego electoral, Alfaro dijo que Gertz Manero, el fiscal general, es un funcionario público de alta calidad moral que jamás se prestaría a un juego electoral. Meter las manos al fuego por alguien como García Cabeza de Vaca no es prudente, tampoco políticamente redituable, más vale deslindarse a tiempo, o ser parte del salpicadero cuando ya no haya mucho por hacer.